lunes, 24 de abril de 2017

Cuando la música nos hablaba sin aplausos

DIEGO L. GARCÍA
 (Berazategui, Buenos Aires, Argentina, 1983)

porque “Indépendant” significa para él 
que su barba flota a salvo / a tiempo 
para contar todo lo que hay que contar todo  
aquel cuerpo que le pertenece 
aunque ya se vea un poco arruinado por  
el agua / qué pena / qué otra cosa 
podría tener algún sentido para nombrar 
a un Estado / su propiedad / como otros  
que también hacen señas en altamar 
¿los ves? 


**
frecuencia I
(esa trampa de ver)


a Tato Briones, por la música a Leo Lugo

I

¿Qué vibraba en la falta de lo que no era
exceso / ni soberbia en el tramo incompleto?
sólo preguntas a las preguntas
y la epifanía de un revés
un tono de la noche que no conocíamos
¿qué era aquello que éramos entonces / cuando
la música nos hablaba sin aplausos?
**

las noticias sólo vienen en latas de conserva
durante estas crisis / sí los peinados
pueden ser abundantes o las frases
de contrabando / pero los gajos
de verdad que alfombraban esta calle
cuando el sol no valía tanto
ya no se ven / los ha barrido el
buen apellido que atraviesa las paredes
y dice "hemos traído la novedad
convertida en papilla dietética"
y viérase cómo aplauden
**
Il y a un autre monde, mais il est dans celui-ci
Paul Éluard

mundo otro / lo otro lejano como
los dedos de Adán y Dios que se espejan
como se espeja el sol en los jazmines /
acá / la tierra renovándose de lluvia
agua de la edad de oro / ángeles del principio
en el espacio medio / entre-reflejo
raíz naciendo en la carne / lo que resta
esas migajas / humanidad /
lenguaje precario para desprenderse
de sí mismo / para
saldar el puente hacia / el misterio /
la imagen verdadera / la palabra anterior
a las palabras / sólo
las gotas que bajan / mojan / el pan /
la luz / el silencio del sueño /
en este otro mundo que somos
sosteniendo aquel detrás / solidarios
con el reverso

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char