sábado, 22 de septiembre de 2012

Lo profundo de un río se mide en cuerpos ahogados


ROSMARIE WALDROP
(Alemania. Nacionalizada EE.UU., 1935)

HECHOS

De las imágenes había deducido que el mundo era real y por lo tanto callé, porque quién sabe qué pasará si contamos verdades al subir las escaleras. De hecho, tenía miedo de seguir la imagen justo hasta donde alcanza a la realidad, desplegándose ante ella como una regla. Pensé que me moriría si mi nombre no me tocaba, o sólo con su extremo, dejando el interior abierto a tantos sondeos como un chaparrón de lluvia desde las nubes. Te reíste y le contaste a todo el mundo que había confundido la Torre de Babel con la Borrachera de Noé.
***
TODO LO QUE...

Todo lo que de algún modo es pensable, dijiste, puede ser objeto de
meditación. Cuando pregunté si te referías a la guerra nuclear, la
ingeniería genética o al matrimonio, te apresuraste a cerrar la
ventana. Yo te había visto, en el parque, sacar una cáscara de banana
de la sandalia de la estatua de Constance Witherby y recitar con
gestos ampulosos: ¿un poema? ¿una oración fúnebre? Mi formación
musical no me permitía leer esa partitura, no con el viento soplando
en tu pelo contra la llegada del invierno, aunque si las golondrinas
hubieran dejado de sobrevolar en círculos en el sólido azul, me habría
faltado el aliento. Punzante olor de mar, de peces acunándose en
oleajes. Y nubes ya. Tú dijiste que sería distinto si fuésemos capaces
de habitar afuera de la lógica. Supe que querías decir: descalzos.
***
Condiciones iniciales

Si el pensamiento, desde el principio, está divorciado de sí mismo, un picnic puede desvanecerse antes de sacar la primera botella de la cesta. Si preguntas: ¿sé lo que tengo entre las manos? Te lo ofreceré.

Si un padre acaricia el cuello de la novia de su hijo, entrará en un sueño freudiano. Si lo intenta, ¿ha sentido en su palma ya el asombro de ella?

Si piensas: una chica es un vacío, tienes que correr a llenarlo. Si preguntas: ¿por qué? un capítulo entero de mi vida se cierra.

Tal vez no podamos hacer estas preguntas. El tráfico se mueve demasiado rápido. ¿Cómo en un túnel de viento?

La pregunta: ¿por qué? es la más nostálgica. En veinte años de matrimonio una puede estar enamorada del otro. ¿O de otro?

Podemos pronunciar palabras y querer decir: ¿el cuello de una chica? ¿Un pie ligeramente delante del otro? Decir: ven y come un bocadillo, y decir: ¿mejor ir más despacio?

¿Podríamos decir que escuchar palabras familiares es bastante distinto de una chica vista en primer plano y de lado al mismo tiempo? ¿Como Cleopatra? Si estamos de acuerdo en que “comer un bocadillo” quiere decir: “mejor ir más despacio”, ¿podríamos separar el matrimonio con su hermano a los once de ser entregada a César en una alfombra?

O no nos movemos o mucho se deduce. ¿La historia del universo predicada en diez segundos de turbulencia inicial?

Si preguntas: ¿dónde empezó todo? ¿contesto con un grito de angustia, la punta de un triángulo, el plan para un picnic, un súbito dolor de dientes?

Si por las dudas, te lo ofreceré.

[poema perteneciente al libro de Rosmarie Waldrop Love, Like Pronouns. Richmond, Calif: Omnidawn, 2003.]
***
A fin de comprender

A fin de comprender la naturaleza del lenguaje, empezaste a pintar, pensando que la lógica del referente quedaría expuesta, no bien hubieras resuelto la oposición entre punto, línea y color. De unas palabras que se deslizaban por las escalas del significado, me distrajo el humo en mi margen de aliento. Esperé la llama, el pasaje del ojo al mundo. Al amanecer, te escurriste en la cama, exhausto, alertándome contra el riesgo de sacar conclusiones a partir de lienzos ciegos. Yo aventuré que una línea podía representar una torre que alcanzara el cielo o, acaso, la lluvia en el acto de caer. Respondiste que el mundo estaba acaparando demasiado espacio ya.

Traducción de María Negroni
de La Pasión del Exilio, Diez poetas norteamericanas del siglo XX
Editorial Bajo la Luna
***
LA MATERIA DE LA LUZ

Una golodrina corta un arco en el techo, y lo vuelve a cortar
como trayendo adentro el horizonte. En mi pecho se derrama la luz
y despierta un ejército de pigmento. Las grullas chillan como bebés, y
las nubes acortan la distancia con profusión espléndida e innecesaria.
Los movimientos que mi cuerpo teme los ejecuta en la soga tu camisa
en perfecta armonía con los elementos

Lo profundo de un río se mide en cuerpos ahogados, pero las
leyes de la naturaleza copulan locamente, con frenesí de polilla.
Recuerdo los pinos y los álamos, su reflejo, también, ahogado, y el
pañuelo blanco que se agitaba y se agitaba para acortar la distancia.
Traté de contar mis problemas y navegar hacia una nueva identidad.
Y esta curva fue a dar contra la turbulencia de los sueños
húmedos

Los años que vivimos juntos se apilan en el sendero que va a la
orilla. Con profusión espléndida. Ahora podemos caminar sobre ellos,
tomando aire fresco. Dar vuelta apenas la máscara de un “NO”
se llama “confundir” porque la máscara asume la apariencia
de la melancolía. Así como mis ojos que entraron en el cielo y
fueron derrotados por su exceso encandilante. Bandas de espuma blanca
ondulan en la bahía donde el río se desata. Como la máscara,
el contorno de las rocas, es una forma para mirar de lejos
aunque de cerca está más vivo todavía, bajo la llovizna.

Nos asomamos a la ventana y encontramos la noche demasiado pronto.
Asustados, nos agarramos de la cama, nos zambullimos bajo la piel. Para
traer el horizonte adentro y desviar las nubes hasta nuestros huesos.
Las golondrinas se ahogaron en su reflejo, junto con los pinos
y los álamos. Y el pañuelo que se agitaba y se agitaba.
¿Hasta el abrazo de una vieja puede derramar luz
si hay suficiente rojo intenso en el paisaje?

Las palabras se atascan en la garganta sin tomar la forma del amor
ni de la pena y mañana mentirán, sentimentales. Tu camisa en la soga
se seca de una identidad a otra mientras arriba de nuestras cabezas
las nubes acortan la distancia con profusión innecesaria, sí,
y espléndida. Aunque un cuerpo de agua refleje la luz y también
se la trague, yo sé que su profundidad se mide en cuerpos ahogados. Doy vueltas
como una polilla hasta que el esplendor que encandila excede la ansiedad
de las alas.

(Versión de Sandra Toro)

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char