lunes, 18 de marzo de 2013

Marineros fantásticos se esfuman

EMILY DICKINSON
(EE.UU., 1830-1886)

DETRÁS DE MÍ

Detrás de mí, profunda eternidad.
Frente a mí, inmortalidad.
Yo misma, la frontera entre ambos.
La Muerte fluye en el Gris Oriental,
disolviéndose en el alba distante,
antes de que el Oeste comience.

Estos Reinos, después de todo, dijeron ellos;
en perfecta, incesante monarquía,
cuyo príncipe es hijo de nadie,
Él mismo, dinastía inmemorial,
Él mismo, él mismo diversificado
en un celestial duplicado.

Este Milagro ante mí,
Este Milagro detrás de mí,
siempre creciendo hacia el mar,
con la medianoche en mi norte,
con la medianoche en mi sur,
y la Tempestad en los cielos.

Versión: s/d
**
BEHIND ME

Behind Me—dips Eternity—
Before Me—Immortality—
Myself—the Term between—
Death but the Drift of Eastern Gray,
Dissolving into Dawn away,
Before the West begin—

'Tis Kingdoms—afterward—they say—
In perfect—pauseless Monarchy—
Whose Prince—is Son of None—
Himself—His Dateless Dynasty—
Himself—Himself diversify—
In Duplicate divine—

'Tis Miracle before Me—then—
'Tis Miracle behind—between—
A Crescent in the Sea—
With Midnight to the North of Her—
And Midnight to the South of Her—
And Maelstrom—in the Sky—
***
Selección

De todas las almas creadas
supe elegir la mía.
Cuando huya el espíritu
y se apague la vida,
y sean el Hoy y Ayer
como fuego y ceniza,
y cierre de la carne
la tragedia mezquina,
y hacia la Altura vuelvan
todos la frente altiva,
y se rasgue la bruma...
yo diré: Ved la chispa
y el luminoso átomo
que preferí a la arcilla.


Versión de Carlos López Narváez
***

Poniente

Velámenes de púrpura se mecen
con suavidad en mares de narciso;
marineros fantásticos se esfuman
y queda el muelle en la quietud sumido.

Versión de Carlos López Narváez

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char