lunes, 2 de abril de 2012

Débiles y desgraciadas

MARY WOLLSTONECRAFT GODWIN
(Inglaterra, 1759-1797)


"Después de considerar el transcurrir histórico y observar el mundo viviente con ansiosa solicitud, las emociones más melancólicas de triste indignación han afligido mi espíritu; he suspirado cuando me he visto obligada a confesar que la naturaleza ha hecho una gran diferencia entre un hombre y otro, o que la civilización que hasta ahora ha habido en el mundo ha sido muy parcial. He revisado diversos libros sobre educación y he observado pacientemente el comportamiento de los padres y la administración de las escuelas; pero ¿cuál ha sido el resultado? La profunda convicción de que la educación descuidada de mis compañeras es la gran fuente de desgracia que deploro, así como de que a las mujeres, en particular, se las hace débiles y desgraciadas por una variedad de causas concurrentes, derivadas de una conclusión precipitada."
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"Ningún hombre elige el mal porque busque el mal, lo confunde con la felicidad, con el bien que busca."
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Es probable que la opinión prevaleciente de que la mujer fue creada para el hombre haya surgido de la historia poética de Moisés; no obstante, como se da por sentado que muy pocos han dedicado algún pensamiento serio al asunto siempre creído de que Eva era, literalmente hablando, una costilla de Adán, debe permitirse que la deducción se venga abajo o sólo se admita para probar que al hombre, desde la antigüedad más remota, le pareció conveniente ejercer su fuerza para subyugar a su compañera y utilizó su invención para mostrar que ésta debía doblar su cuello bajo el yugo porque toda la creación se había sacado de la nada para su conveniencia y placer. 
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Luego no dejemos a los hombres en el orgullo de su poder usar los mismos argumentos de reyes tiránicos y ministros venales y afirmar con falacia que la mujer debe someterse porque siempre ha sido así. 
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Confinadas en jaulas como la raza emplumada, no tienen nada que hacer sino acicalarse el plumaje y pasearse de percha en percha. Es cierto que se les proporciona alimento y ropa sin que se esfuercen o tengan que dar vueltas; pero a cambio entregan salud, libertad y virtud. 
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¿Para qué fuimos creadas? Podrían contestarnos que para permanecer inocentes, pero quieren decir en un estado de infancia. También podríamos no haber nacido, a menos que fuera necesaria nuestra creación para que el hombre adquiriera el noble privilegio de la razón, el poder de discernir el bien del mal, mientras nosotras yacemos en el polvo de donde se nos sacó para no levantarnos más.
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Para hacerles débiles y lo que algunos pueden llamar bellas, se descuida el entendimiento y se fuerza a las niñas a sentarse quietas, jugar con muñecas y escuchar conversaciones vanas. 
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Creo firmemente que la gran mayoría de les necedades femeninas son consecuencia de la tiranía masculina. 
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Al sostener los derechos por los que las mujeres deben luchar en común con los hombres, no he intentado atenuar sus faltas, sino probar que eran la consecuencia natural de su educación y su posición en la sociedad. Si es así, es razonable suponer que su carácter cambiará y se corregirán sus vicios cuando se las permita ser libres en un sentido físico, moral y civil. 

De Vindicación de los derechos de la mujer (1792).
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"... su temperamento malhumorado, atrapado en su débil físico. No había preparado su alma para otro estado, ni tenía esperanzas de que pudiera despojar a la muerte de sus horrores ni de darle ese último y dulce sueño—¡su cercanía era horrible!—por lo que aceleró su final, evitando que su organismo se curase a sí mismo. Su semblante sin vida mostró las marcas de su convulsiva furia; y dejó una gran fortuna con ella para aquellos que no lamentaron su pérdida. La colocaron en una tumba sobre la cual nadie derramó una lágrima. Pronto fue olvidada; y yo [dice Mrs. Mason] sólo la recuerdo, para advertirles acerca de sus faltas."


De Relatos originales de la vida real (Original Stories from Real Life with Conversations calculated to Regulate the Affections, and Form the Mind to Truth and Goodness, 1788).
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Semblanza


Mary Wollstonecraft, escritora inglesa y una de las iniciadoras del pensamiento feminista, fue la madre de Mary Shelley y, en opinión de ésta, "uno de esos seres que sólo aparecen una vez por generación, para arrojar sobre la humanidad un rayo de luz sobrenatural. Ella brilla, aunque parezca oscurecerse y los hombres crean que está apagada, pero se reanima de repente para brillar eternamente".
Hija de un padre brutal, que despilfarraba el resto de una fortuna, comenzó a ganarse la vida a la edad de 17 años como señorita de compañía, institutriz, modista y maestra, al tiempo que comenzó a escribir y a destacar por su clara inteligencia. Vivió en Irlanda, Francia e Inglaterra y frecuentó círculos de pintores, escritores, filósofos y editores. Contraria al matrimonio, tuvo una hija, Fanny, con un escritor estadounidense y más tarde tuvo su segunda hija, Mary, con el filósofo y escritor Godwin, con quien poco antes se había casado en secreto.
  

Es autora de Vindicación de los derechos del hombre y (1791) y de Vindicación de los derechos de la mujer (1792), obra en la que condena la educación que se daba  a las mujeres porque las hacía "más artificiales y débiles de carácter de lo que de otra forma podrían haber sido" y porque deformaba sus valores con "nociones equivocadas de la excelencia femenina". Las primeras feministas pensaban que una misma educación para hombres y mujeres daría lugar a la igualdad entre ambos sexos, pero Mary Wollstonecraft va más allá, pidiendo que las leyes del Estado se usaran para terminar con la tradiciones de subordinación femenina, y fuera el Estado quien garantizara un sistema nacional de enseñanza primaria gratuita universal para ambos sexos. Reta al gobierno revolucionario francés a que instaure una educación igualitaria que permitiría a las mujeres llevar vidas más útiles y gratificantes. Las mujeres con otra educación podían haber "practicado la medicina, llevado una granja, dirigido una tienda, y serían independientes y vivirían de su propio trabajo".

Aceptaba las opiniones de Rousseau sobre la educación de los muchachos, pero le parecían deplorables y empobrecedoras para las jóvenes sus opiniones sobre ellas. Según Rousseau, la educación debía prepararlas para realizar correctamente su futuro papel de esposas. Según Wollstonecraft, el objetivo de la educación "es conseguir carácter como ser humano, independientemente del sexo al que se pertenezca".
La responsabilidad que Wollstonecraft atribuye al Estado respecto a la educación aparece también en sus escritos sobre el matrimonio: debía intervenir para rescatar a las mujeres de maridos crueles y de aquellos que abusaban de su fuerza. En la novela póstuma María, o las injusticias que sufre la mujer (1797), retrata un matrimonio de pesadilla y aparece en las últimas páginas la petición de divorcio que María le hace a un juez.
Al creer que el Estado debía reformar el matrimonio y la educación y que las leyes debían acabar con la subordinación de las mujeres y que éstas no debían ser excluidas de la vida política, Mary Wollstonecraft inicia una nueva era en el discurso feminista.
La muerte de Mary Wollstonecraft, días después de nacer su hija Mary (Shelley), deja en ella un complejo de culpabilidad (fiebres paurperales se llamaba a lo que hoy se llama falta de higiene de los cirujanos) al que la crítica psicoanalítica alude en algunas interpretaciones de Frankenstein.


Tomado de http://platea.pntic.mec.es

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char