martes, 17 de septiembre de 2013

No te preocupes por los insectos en general

FRANCIS SCOTT FITZGERALD 
Tomada de oesido.wordpress.com

(EE.UU., 1896-1940)

Cartas 
(Fragmentos)

 A Zelda Fitzgerald Univ. Princeton
307 Park Avenue,
Baltimore (Maryland)
6-4-1934

Perdona que dicte esta carta en lugar de escribirla a mano, pero si vieras mi escritorio y la cantidad de cosas que han llegado lo comprenderías.

Tienes que combatir cualquier tipo de derrotismo. No hay ninguna razón para el pesimismo. En realidad nunca has tenido un temperamento melancólico, sino que, como tu madre decía, siempre destacaste por tu vital actitud animosa, alegre y extrovertida. Me refiero sobre todo a que no compartes ninguno de los puntos de vista melancólicos que parecen integrar a Anthony y Marjorie. Tú y yo hemos pasado momentos maravillosos en el pasado, y el futuro aún está cargado de posibilidades si levantas la moral y procuras creerlo. El mundo exterior, la situación política, etcétera, siguen siendo oscuros e influyen en todos directamente, y es inevitable que te afecten indirectamente a ti, pero procura distanciarte de todo ello mediante alguna forma de higiene mental, inventándola, si es necesario.

Déjame repetirte que no quiero que te concentres demasiado en mi libro, que es una obra melancólica y parece haber obsesionado a casi todos los críticos. Me preocupa muchísimo que lo estés releyendo. Describe determinadas fases de la vida que ya están superadas. Ciertamente nos hallamos en una ola ascendente, aunque no sepamos a ciencia cierta hacia dónde va.
No tienes ningún motivo real de pesimismo. Tus cuadros han sido un éxito, tu salud ha mejorado mucho, según tus médicos, y la única tristeza es vivir sin ti, sin oír los tonos de tu voz con sus peculiares intimidades de inflexión.

Tú y yo hemos sido felices; y no lo hemos sido solo una vez, hemos sido felices miles de veces. Las posibilidades de que la primavera, que llega para todos, como las canciones populares, nos pertenezca también, las posibilidades son muy halagüeñas en este momento porque, como siempre, puedo aguantar casi toda la opinión literaria contemporánea, liquidada, en el hueco de la mano, y cuando lo hago, veo al cisne flotando en ella y descubro que eres tú y sólo tú. Pero, Cisne, flota suavemente porque eres un cisne, porque con la exquisita curva de tu cuello los dioses te concedieron un don especial, y aunque te lo fracturaras tropezando con algún puente construido por el hombre, se curaría y seguirías avanzando. Olvida el pasado, lo que puedas, y da la vuelta y nada de nuevo hasta mí, a tu refugio de siempre, aunque a veces parezca una cueva oscura iluminada con las antorchas de la furia. Es el mejor refugio para ti, da la vuelta despacio en las aguas en las que te mueves y regresa.

Todo esto parece alegórico pero es muy real. Te necesito aquí. La tristeza del pasado me acompaña siempre. Las cosas que hicimos juntos y las cicatrices atroces que nos convirtieron en el pasado en supervivientes de guerra persisten como una especie de atmósfera que rodea todas las casas que habito. Las cosas agradables y los primeros años juntos, los meses que pasamos hace dos años en Montgomery me acompañarán siempre y tienes que creer como yo que podemos recuperarlos, si no en una nueva primavera, en un nuevo verano. Te quiero, amor mío, cariño.
***
A su amiga Isabelle
28 de febrero de 1920

Ninguna personalidad tan fuerte como la de Zelda podría pasar sin recibir críticas y, como dices, ella no está
por encima de los reproches. Siempre supe eso. Ninguna joven que se irrita en público, que disfruta francamente el contar historias chocantes, que fuma constantemente y que manifiesta que ha besado a miles de hombres y se propone besar a miles más puede considerarse más allá del reproche, aun cuando esté por encima. Pero, Isabelle, yo me enamoré de su valentía, su sinceridad y su apasionado autorrespeto y son ésas las cosas que creería aun si el mundo entero prefiriera recelar que ella no es lo que debiera ser.
Aunque por supuesto, la verdadera razón, Isabelle, es que la amo y ése es el principio y el fin de todo. Tú sigues siendo católica; pero Zelda es el único Dios que me queda.

De Francis Scott Fitzgerald, Cartas, selección y traducción de Gerardo Gambolini, editora Beatriz Viterbo.
***
De Zelda a F.S.F.
Clínica Prangins, Nyon, Suiza.
Posterior a junio de 1930

¿Te divertiste en París? ¿A quién viste? ¿La Madeleine estaba rosa a las cinco en punto y las fuentes se fundían con suave delicadeza en el marco del cielo de la Place de la Concorde? ¿Y se escurría el azul desde atrás de las Colonnades de la Rue Rivoli entre las rejas de las Tuilleries y estaba gris y metálico el Louvre bajo el sol y los árboles se inclinaban cobijando los cafés y había luces a la noche y el golpeteo de los platillos y las bocinas de los autos que tocan Debussy…?
***
19 de septiembre de 1936

Mamá no supo que se estaba muriendo y no sufrió.
Una cosa muy llamativa en la muerte de los padres es
no lo poco sino lo mucho que te afecta. Cuando tu padre
o tu madre han estado morosamente parados en el borde
de la vida, cuando se van, incluso si hace mucho que no
dependes en nada de ellos, tienes la sensación de ser
abandonado.

***
A Sheila Graham
2 de diciembre de 1939

“Quiero morirme, Sheila, y a mi modo. Solía tener a mi hija y a mi pobre y perdida Zelda. Ahora hace más de dos años que veo tu imagen en todos lados. Déjame recordarte hasta el fin, que está muy cercano. Eres lo mejor. Vales por ti misma. Eres demasiado para un neurótico tuberculoso que solamente puede ser celoso ymezquino y perverso. Voy a pasar
mi último tiempo contigo, aunque no estarás aquí. No falta mucho. Quisiera dejarte algo más de mí. Puedes quedarte con el primer capítulo de la novela y el bosquejo. No tengo dinero pero podría valer algo… Te quiero absoluta y definitivamente.”
***
A su hija (aún en edad escolar) 
8 de agosto de 1933

Querido Bombón:

Estoy muy interesado en tus tareas. ¿Podrías darme un poco más de información acerca de tus lecturas en francés? Me alegra que estés contenta, pero no creo demasiado en la felicidad. Tampoco creo nunca en la desgracia. Esas son cosas que ves en un escenario o en una pantalla o en una hoja impresa, nunca te seceden a ti en la vida.
Todo lo que creo en la vida es en la recompensa por la virtud (de acuerdo a los talentos de uno) y en los castigos por no cumplir con tus tareas, que son doblemente despiadados. Si hay un libro así en la biblioteca del colegio, ¿podrías rogarle a la señora Tyson que te permita buscar un soneto de Shakespeare en el que aparece el verso: "Los lirios que se pudren huelen mucho peor que la mala hierba"?
Hoy no he tenido pensamientos, la vida parece consistir en pensar un cuento para Saturday Evening Post. Pienso en ti, y siempre con placer, pero si me llamas Pappy otra vez agarraré al Gato Blanco y lo aporrearé duro en el trasero, seis veces cada vez que seas impertinente. ¿Harás algo al respecto?
Arreglaré la cuestión de tu cuota.
Ya termino, boba. 
Cosas de las que preocuparse:
Preocúpate del coraje.
Preocúpate de la higiene.
Preocúpate de la eficiencia.
Preocúpate de la equitación.

Cosas de las que no preocuparse:

No te preocupes por la opinión de los demás.
No te preocupes por las muñecas.
No te preocupes por el pasado.
No te preocupes por el futuro.
No te preocupes por hacerte mayor.
No te preocupes por que alguien te supere.
No te preocupes por el triunfo.
No te preocupes por el fracaso, a menos que sea culpa tuya.
No te preocupes por los mosquitos.
No te preocupes por las moscas.
No te preocupes por los insectos en general.
No te preocupes por los padres.
No te preocupes por los chicos.
No te preocupes por las desilusiones.
No te preocupes por los placeres.
No te preocupes por las satisfacciones.

Cosas en las que pensar:
¿A qué aspiro realmente?
Si me comparo a mis coetáneos, soy realmente buena con respecto a:
a) El rendimiento académico.
b) ¿Entiendo realmente a las personas y soy capaz de llevarme bien con ellas?
c) ¿Procuro hacer de mi cuerpo un instrumento útil o lo estoy descuidando?

Con todo mi amor, Papi
**
Soneto 94
William Shakespeare

Aquellos que tienen el poder de dañar y no lo hacen,
aquellos que no hacen todo aquello que más demuestran,
y que, conmoviendo a los demás, son en sí como piedras:
imperturbables, fríos, y lentos para la tentación.
Heredan justamente los privilegios del cielo
y economizan del despilfarro las riquezas de la naturaleza.
Son los amos y señores de sus propios rostros;
los demás sólo son servidores de su excelencia.
La flor del verano es dulce para el verano,
aunque sólo vive y muere para sí misma;
pero si esa flor se pone en contacto con una vil infección
la más vil cizaña supera su dignidad:
pues las cosas más dulces se agrían por sus acciones:
los lirios que se pudren huelen mucho peor que la cizaña.

(Traducción de Enrique Pezzoni)
*
SONNET 94

They that have power to hurt and will do none,
That do not do the thing they most do show,
Who, moving others, are themselves as stone,
Unmoved, cold, and to temptation slow,
They rightly do inherit heaven's graces
And husband nature's riches from expense;
They are the lords and owners of their faces,
Others but stewards of their excellence.
The summer's flower is to the summer sweet,
Though to itself it only live and die,
But if that flower with base infection meet,
The basest weed outbraves his dignity:
For sweetest things turn sourest by their deeds;
Lilies that fester smell far worse than weeds. 

William Shakespeare

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char