martes, 29 de mayo de 2012

"Las cosas son lo que son"

Créd.: taringa.net
Algo más acerca de GERTRUDE STEIN
(EE.UU., 1874-1946)

Sagrada Emilia / Sacred Emily
(extracto)

Una Rosa es una rosa es una rosa es una rosa
Preciosura extrema
Polainas extra
Preciosura extrema
Dulcísimo helado
Páginas edad página envejece página envejece...
**
Rose is a rose is a rose is a rose
Loveliness extreme
Extra gaiters
Loveliness extreme
Sweetest ice-cream
Pages age page ages page ages...
**
SACRED EMILY

Compose compose beds.
Wives of great men rest tranquil.
Come go stay philip philip.
Egg be takers.
Parts of place nuts.
Suppose twenty for cent.
It is rose in hen.
Come one day.
A firm terrible a firm terrible hindering, a firm
hindering have a ray nor pin nor.
Egg in places.
Egg in few insists.
In set a place.
I am not missing.
Who is a permit.
I love honor and obey I do love honor and obey I do.
Melancholy do lip sing.
How old is he.
Murmur pet murmur pet murmur.
Push sea push sea push sea push sea push sea push
sea push sea push sea.
Sweet and good and kind to all.
Wearing head.
Cousin tip nicely.
Cousin tip.
Nicely.
Wearing head.
Leave us sit.
I do believe it will finish, I do believe it will finish.
Pat ten patent, Pat ten patent.
Eleven and eighteen.

***
El aforismo "Rosa es una rosa es una rosa es una rosa" fue escrito por Gertrude Stein formando parte del poema escrito 1913 "Sacred Emily" (Sagrada Emilia, juego de palabras con Sagrada Familia), que apareció posteriormente en el libro publicado en 1922 Geography and Plays (Geografía y representaciones). En este poema, la primera "Rosa" es el nombre de una persona. Stein utilizó variaciones del aforismo en otros escrito, y "A rose is a rose is a rose" es probablemente la cita más famosa de la autora. Su significado se ha interpretado con frecuencia como "las cosas son lo que son", una expresión del principio de identidad, "A es A". En el pensamiento de Stein, la frase expresa que tan solo empleando el nombre de una cosa ya se invoca el imaginario y las emociones asociadas con el objeto. A medida que la cita se difundía en sus propios escritos y en la cultura en gran medida, Stein llego a decir en un momento: "¡Escúchenme ahora! No soy idiota. Sé que en la vida diaria no solemos decir esto es esto es esto. Sí, no soy boba, pero pienso que con aquel verso la rosa se hizo roja por primera vez en la historia de la poesía en inglés en cientos de años" (Four in America).
***
Por MIROSLAV PANCIUTTI
(Canarias, España)

En 1913 Gertrude Stein escupió escrutó escudriñó y hasta escriñó trescientas-sesenta-y-ocho ringleras de letras que hacen palabras pero no frases pero sí versos, cada uno es cada uno, genéticos fonéticos sintéticos estéticos herméticos. Algunos largos mas casi todos cortos, muy cortos. Palabras repetidas, dilas una y otra vez, Alice (play it again, Sam), silabéalas paladéalas mastícalas deglútelas digiérelas vomítalas. Despojadas de adherencias contextuales, desnudas, sólo así alcanzan a ser, tanto son que deslumbran y anonadan. Recítales mis versos, Alice, clava tus pupilas en Braque y Picasso y Gris para que inhalen cubismo. Era una tarde de sábado en el veintisiete de la rue des Fleurus, (ay, Francia revolucionaria y victoriosa), tan cerquita del Jardín de Luxemburgo, y tú decías junto al barbero / junto al barbero enterrar / junto al barbero enterrar China / junto al barbero enterrar el jarrón de China / junto al barbero y a China / junto al barbero y deprisa / junto a la prisa / junto a la prisa y al jarrón y a la prisa / junto a la prisa deprisa / junto a la prisa deprisa. Claro que lo decías en inglés, salmodiando hurry hurry hurry, que reverberaba el Henry Henry Henry de medio-minuto antes. ¿Quién es Hurry, digo Henry? ¿Y Willie? Rousseau y Apollinaire, claro, pintor y poeta, mano y mano, a hand is Willie / Henry Henry Henry / a hand is Henry / Henry Henry Henry / a hand is Willie. Sí, vale, Picasso bosteza y Eva Gouel le da pataditas, oui ma jolie, mais je ne comprends pas l'anglais. Luego, esa noche, Matisse y Pablo, borrachos, se acordaron de Hemingway sin conocerlo (ay Ernesto, mamporrero del instituto con ínfulas de boxeador) y se dijeron que bueno no estaba tan mal pero tendría que pulirlo, un buen título quizá, a ver si Guillaume ... Sagrada Emilia se llamará (So great so great Emily / Sew grate sew grate Emily), ésa es de Gaudí, contestó Picasso. Apollinaire, en cambio, estaba entusiasmado (una mentira es una mentira es una mentira). No, Apollinaire se defendió con otro poema –perdonadme mi ignorancia, perdonadme que desconozca el antiguo juego de los gusanos–, lo escribió esa noche, entre caladas a la pipa de opio.
Pasan los años, pasa la guerra, vuelve de Mallorca Gertrudis (hoy suena de chacha pero es nombre de poetisas y monjas cistercienses) y publica el poema, que ya no pasa, que se queda y pasa a ser la Biblia de la vanguardia, el rien ne va plus, le dicen en Oxford y en Cambridge entre regata y regata. Es bueno, es bueno, es excelso, aclaman los jóvenes poetas de la generación perdida, pero si no entiendes nada, por eso, por eso, por eso es tan grande, Emily, por eso se hunde en tus entrañas. Como siempre hay escépticos, Gertrudis les explicará (aula magna de venerable universidad gótico-florida) que el artista crea nuevas referencias y éstas resultan impenetrables para el lector profano. Se apiada de sus jóvenes admiradores y les dedica, ya en el 35, su ensayo de elocuente título: "¿Qué son obras maestras y por qué hay tan pocas?". Una de ellas es, por-supuesto-desde-luego, Sacred Emily. No en vano, su trescientos-decimo-séptimo verso destila la esencia de la poesía-filosofía-mística-semiótica: Rose is a rose is a rose (no, no es de Mecano). Hemingway, pero qué se podía esperar de ese gañán, ya lejos de París, olvidados los favores que le debía a Gertrudis, olvidados sus innobles coqueteos de gigoló hacia la dama madura, parodiaría esta joya con un chiste fácil: una rosa es una rosa es una cebolla. Ladran, luego cabalgamos (no, no es del Quijote), le dijo Alice Toklas, apretándole amorosa las manos, y Gertrude Stein pensó aquello de cría cuervos ...
Es el principio de identidad, lo saben los estudiantes de primer año de filosofía, o sea, Sócrates es Sócrates, y ese es la forma inmutable eterna inamovible del ser, o sea, Dios, que es el que es porque sólo se puede ser en toda la plenitud metafísica en la más absoluta permanencia, no hay tiempo ni espacio, o sea, que lo que existe no es, salvo Sócrates que es idéntico a Sócrates pues, al fin y al cabo, existió nada más que para ser, para dar sentido a los principios de la lógica aristotélica y que los matemáticos pudieran añadir una tercera rayita al signo igual. Entonces va Gerturdis, no había leído a Hegel, y dice una rosa es una rosa es una rosa, tautología identitaria que seguiría hasta el infinito, por qué no escribirlo setenta veces siete en ortodoxo talionismo, que para eso era judía. O por qué no una roca es una roca es una roca, ein Stein ist ein Stein ist ein Stein, que para eso era su apellido y además la roca es más que la rosa. El estudiante de filosofía, pasado el primer año, ya sabe semiótica, o sea, se sitúa en la hipertextualidad posmoderna y pilla la ironía, porque: qué es menos que una rosa, ergo Gertrudis lo sabía y la poética repetición es el tiempo que niega la esencia y el principio de identidad se niega a sí mismo, ya lo argumentaría Wittgen-stein que estuvo entre los oyentes del recital-conferencia-ensayo de Gertrude-stein en el Trinity. Así que sí, la rosa, no la roca, va desnudándose de roseidad esencial a cada predicado, mas ese marchitar metafísico deviene, ave fénix, en esencia. O sea, que el ser está en el nombre, es el principio de la sabiduría, mantra cabalístico contemporáneo que Alice grabaría en círculos de plata, pisapapeles místicos en la cotidianeidad del matrimonio lesbiano.
Nos queda sin embargo la terrible duda del número de repeticiones, tres rosas recordaba yo, cuatro leo en otras ediciones. Paul Bowles insiste en que tres, y él a sus veinte añitos fue niño mimado de la Stein, el prometedor jovenzuelo –qué distinto a Ernest, éste sí no nos saldrá rana– al que la sesentona susurraba Freddy Freddy Freddy, así, tres veces, que ya eran manía los tríos, pero ahora, una década después, sin despertar los celos de la Toklas, quizá porque sacaba a pasear a Basket, el poodle filósofo. Muchos años después, desde Tánger, evoca Bowles la explicación del verso (¿se la inventa o se la contó la autora?), la casa de veraneo de las dos mujeres en Bilignin, cerca del Ródano al pie de los Alpes, allí conocían a la hija de unos granjeros, una preciosa muchacha llamada Rose, Rosa es una rosa, le dijo una a la otra, "Rosa es una rosa" es (la frase) una rosa, contestó la otra. Prosaico tal vez, pero así son todos los eurekas, démosle otra vuelta de tuerca al verso quizá y helo en su belleza extrema (loveliness extreme) para que lo repitan críticos poetas músicos semiólogos per saecula saeculorum amen. Malditas rosas, tan recurrentes desde los latinismos hasta las vanguardias (pasando por Shakespeare, of course), tan preñado de referencias que el nombre de la rosa se vacía de significado, y así deja de ser para ser o puede que ni una cosa ni la otra, pero le vale a un italiano para trocar sus estructuras ausentes por una novela de crímenes abaciales también plagada de intertextualidades y homenajes borgianos. Y anche a una cantautrice italiana de voz excelsa para componer una canción de amor: Baciami ancora e ancora sulle labbra / E ancora e ancora mi baciò mi baciò e mi baciò / Una rosa è una rosa / E' una rosa, è una rosa, è una rosa...
Una rosa è una rosa - Giuni Russo (Morirò d'amore, 2003)

Fuente: http://desconciertos3.blogspot.com.ar
***
Cézanne

The Irish lady can say, that to-day is every day. Caesar can say that
every day is to-day and they say that every day is as they say.
In this way we have a place to stay and he was not met because
he was settled to stay. When I said settled I meant settled to stay.
When I said settled to stay I meant settled to stay Saturday. In this
way a mouth is a mouth. In this way if in as a mouth if in as a
mouth where, if in as a mouth where and there. Believe they have
water too. Believe they have that water too and blue when you see
blue, is all blue precious too, is all that that is precious too is all
that and they meant to absolve you. In this way Cézanne nearly did
nearly in this way. Cézanne nearly did nearly did and nearly did.
And was I surprised. Was I very surprised. Was I surprised. I was
surprised and in that patient, are you patient when you find bees.
Bees in a garden make a specialty of honey and so does honey. Honey
and prayer. Honey and there. There where the grass can grow nearly
four times yearly.
***
Parte V, Stanza XXXVIII


Lo que quiero decir es esto:
no hay un comienzo para un fin
pero hay un comienzo y un fin
para el comienzo.
Bueno, sí por supuesto.
Cualquiera puede darse cuenta de que el norte por supuesto
no es solamente un norte sino el norte como norte
Por qué se preocupaban.
Lo que quiero decir es esto:
sí por supuesto.

Versión de Zaidenwerg
***
When asked what she meant by the line, Stein said that in the time of Homer, or of Chaucer, "the poet could use the name of the thing and the thing was really there." As memory took it over, the thing lost its identity, and she was trying to recover that - "I think in that line the rose is red for the first time in English poetry for a hundred years."

Stein was certainly fond of the line and used variants of it in several of her works:

* Do we suppose that all she knows is that a rose is a rose is a rose is a rose. (Operas and Plays)

... she would carve on the tree Rose is a Rose is a Rose is a Rose is a Rose until it went all the way around. (The World is Round)

* A rose tree may be a rose tree may be a rosy rose tree if watered. (Alphabets and Birthdays)

* Indeed a rose is a rose makes a pretty plate. (Stanzas in Meditation)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Finos detalles con hilos de oro!! deshojar una flor raramente resulta en una tarea tan honesta como esta,
muchas gracias por regalarnos tus dones.

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char