domingo, 21 de octubre de 2012

Un manchón amarillo, hojas


CARTAS A MI MADRE

Por ahora el gran pintor
es el viento, dice mi madre, mientras
arrastra con un pie
un manchón amarillo, hojas
que caen sobre el parque desconocido.
Por ahora el gran pintor (es el viento, dice)
nos dibuja
separadas por un árbol de tronco inmenso;
ah cómo quisiéramos juntar nuestras manos
bailar alrededor
apoyar una mejilla sobre la corteza helada.
Pero estamos separadas
por el tronco inmenso de un árbol
en el parque desconocido.

I.G.
**
De La calma (Libros de Tierra Firme, 1991), recopilado en La mitad de la verdad (bajo la luna, 2008)

2 comentarios:

Silvina dijo...

Ah qué buen poema Irene! Feliz día.

Irene Gruss dijo...

Gracias, doña; Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char