viernes, 12 de octubre de 2012

Quién contiene a los creyentes y a los incrédulos


Otros poemas de WALT WHITMAN 
(West Hills, 1819-Camden, EE.UU., 1892)


Dije que el alma no es superior al cuerpo,
y dije que el cuerpo no es superior al alma,
y nada, ni Dios siquiera, es más grande
para uno que lo uno  mismo es,
y quien camina una cuadra sin amar al prójimo
camina amortajado hacia su propio funeral,
y yo o tú podemos comprar la flor y nata 
de la Tierra sin un céntimo, sin un céntimo
en el bolsillo,
y mirar con un sólo ojo o mostrar un grano
en su vaina, desconcierta las enseñanzas
de todos los tiempos,
y no hay oficio ni empleo en el que un joven
no pueda convertirse en héroe,
y el objeto más delicado puede servir
de eje al universo,
y digo a cualquier hombre o mujer:
que tu alma se alce tranquila y serena
ante un millón de universos.

Versión de León Felipe
***
Cosmos

Quién contiene a la diversidad y es la Naturaleza
quién es la amplitud de la tierra y la rudeza y sexualidad de la tierra
y la gran caridad de la tierra, y también el equilibrio
quién no ha dirigido en vano su mirada por las ventanas de los ojos
o cuyo cerebro no ha dado en vano audiencia a sus mensajeros
quién contiene a los creyentes y a los incrédulos
quién es el amante más majestuoso
quién, hombre o mujer, posee debidamente su trinidad de realismo
de espiritualidad y de lo estético o intelectual
quién después de haber considerado su cuerpo
encuentra que todos sus órganos y sus partes son buenos
quién, hombre o mujer, con la teoría de la tierra y de su cuerpo
comprende por sutiles analogías todas las otras teorías
la teoría de una ciudad, de un poema
y de la vasta política de los Estados
quién cree no sólo en nuestro globo con su sol y su luna
sino en los otros globos con sus soles y sus lunas
quién hombre o mujer, al construir su casa
no para un día sino para la eternidad
ve a las razas, épocas, efemérides, generaciones.
El pasado, el futuro, morar allí, como el espacio
indisolublemente juntos. 

Versión: s/d
***
Cruzando en el ferry de Brooklyn

Las manchas oscuras no caen sólo sobre vos, 
La oscuridad dejó caer sus manchas también sobre mí,
Lo mejor que había hecho me parecía vacío y sospechoso,
Lo que creía mis grandes pensamientos, ¿no eran en realidad muy pobres?
No sos el único que sabe lo que es ser malo,
Soy yo el que supo lo que era ser malo, 
Yo también tejí el viejo nudo de los contrarios,
Balbuceé, me ruboricé, me molesté, mentí, robé, envidié, 
Tuve astucia, furia, lujuria, deseos ardientes que no me animé a decir,
Fui caprichoso, presumido, glotón, superficial, ladino, cobarde, maligno,
El lobo, la serpiente, el cerdo, no faltaron en mí,
La mirada tramposa, la palabra frívola, el deseo adúltero, nada de esto me faltó,

Rechazos, odios, aplazamientos, maldad, pereza, nada de esto me faltó,
Fui uno con los demás, los días y los sucesos de los demás, 
Fui llamado por mi apodo más íntimo por las voces fuertes y claras de hombres jóvenes, 
Cuando me veían llegar o pasaba junto a ellos, 
Sentía sus brazos en mi cuello cuando estaba de pie, o el contacto descuidado de su carne cuando me sentaba, 
Vi a muchos de los que amé en la calle o en el ferry o en las asambleas públicas, pero nunca les dije una palabra, 
Viví la misma vida que los demás, la misma risa de siempre, mordiendo, durmiendo,
Representé el papel que recuerda al actor o a la actriz,
El mismo viejo papel, el papel que es lo que hacemos de él, tan grande como queramos,
O tan pequeño como queramos, o grande y pequeño a la vez. 

Versión: Griselda García

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char