sábado, 6 de octubre de 2012

Estudio la perfidia como un fenómeno fatal

PIER PAOLO PASOLINI
(Bolonia, 5 de marzo de 1922 - Ostia, 2 de noviembre de 1975)

Nada me parece tan opuesto al mundo moderno como aquella figura, como aquel Cristo afable en el corazón, pero nunca en su razón, que no desiste un momento de su propia y terrible libertad como voluntad de continua verificación de su propia religión, como continuo desprecio por la contradicción y el escándalo (...) la figura de Cristo debería tener, al final, la misma fuerza de una resistencia: algo que contradiga radicalmente la vida tal como se está configurando en el hombre moderno; su orgía de cinismo, ironía, brutalidad práctica, compromiso, glorificación de la propia identidad en los rasgos de la masa, odio hacia toda diversidad, rencor teológico sin religión.
(Pier Paolo Pasolini, en Il Giorno, 6 de marzo de 1963)
**
De Poesías mundanas
21 de junio de 1962

Trabajo todo el día como un monje
y por la noche doy vueltas, como un gato viejo
en busca de amor... Voy a proponer
a la Curia que me hagan santo.
Al engaño, de hecho, respondo
con la mansedumbre. Como miran las imágenes
miro yo a los adictos al linchamiento.
Con el sereno valor de un científico
me observo a mí mismo masacrado. Parece, a veces,
que odio y, sin embargo, escribo
versos llenos de amor preciso.
Estudio la perfidia como un fenómeno
fatal, como si careciera de objeto.
Tengo piedad de los jóvenes fascistas
y para los viejos no dispongo
de otra cosa que la violencia de la razón.
Pasivo como un pájaro que, volando,
Todo lo ve y en su corazón se lleva
al cielo la conciencia
que no perdona.
***
A algunos radicales

El espíritu, la dignidad mundana,
   el arribismo inteligente, la elegancia,
el trajes a la inglesa y el chiste francés,
   el juicio tanto más duro cuanto más liberal,
la sustitución de la razón por la piedad,
   la vida como apuesta para perder como señores,
os han impedido saber quiénes sois:
   conciencias siervas de la norma y del capital.
***
Un fragmento

…y, cuando los años sesenta
estén perdidos como el milenio
y mi esqueleto carezca incluso
de la nostalgia del mundo,
qué importará mi “vida privada”,
míseros esqueletos sin vida
pública ni privada, chantajistas,
¡qué importará! Contarán entonces mis ternuras,
y seré yo, tras la muerte, quien, en primavera
acabe ganando la partida en la furia
de mi amor por Acqua Santa al sol.

23 de abril de 1962
Versiones: sin datos
***
Otro fragmento*
[…]
que nada vale más que la vida.
Por eso yo sólo quisiera vivir,
aun siento poeta,
porque la vida se expresa también sólo por sí misma.
Quisiera expresarme con ejemplos.
Arrojar mi cuerpo a la lucha.
Pero si las acciones de la vida son expresivas,
también la expresión es acción.
No esta expresión de poeta derrotista,
que sólo dice cosas,
y usa la lengua como tú, pobre, directo instrumento;
sino la expresión apartada de las cosas,
los signos trocados en música,
la poesía cantada y oscura,
que no expresa nada más que a sí misma,
por una bárbara y exquisita idea de que es misterioso
sonido
en los pobres signos orales de la lengua.
Yo he dejado a mis coetáneos, e incluso a los más
jóvenes
tan bárbara y exquisita ilusión: te hablo brutalmente.
Y como no puedo volver atrás
y fingirme un joven bárbaro
que cree a su lengua la única lengua del mundo,
y en sus sílabas oye misterios de música
que sólo sus compatriotas, semejantes a él por carácter
y literaria locura pueden oír
-como poeta seré poeta de cosas.
Las acciones de la vida sólo serán comunicadas,
y serán ellas, la poesía,
porque, te repito, no hay más poesía que la acción real
(tú tiemblas solo cuando la encuentras
en los versos, o en la prosa,
cuando es su evocación perfecta).
No haré esto con alegría.
Siempre anhelaré esa poesía
que es acción en sí misma, en su desapego de las cosas,
en su música que no exprese nada
más que la propia árida y sublime pasión por sí misma.
[…]

*De Who is me. Poeta de las cenizas, Trad.: Marcelo Tombetta, Barcelona, DVD, 2002. (Incluido en Bestemmia. Tutte le poesie, Chiarcossi, Graziella. y Sitti, Walter [eds.], Milano, Garzanti, 2ª ed., 1995-1996)

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char