jueves, 12 de julio de 2012

No me pidan nada más que agua y arroz


Tomada de www.hindu.com
RAMAKANTA RATH 
(Orissa: ରମାକାନ୍ତ ରଥ)
(India, 1934)

Eres la fragancia de las rocas

Eres la fragancia de las rocas
La lamentación de cada flor
El insoportable ardor de la luna
La helada serenidad del sol resplandeciente
El lenguaje de mis cartas a mí mismo
La sonrisa con que nace toda desesperación
Los milenios de espera sin pegar los ojos
La futilidad última de toda rebelión
El exquisito ídolo hecho de aspiraciones
Los verdes ayeres de los desiertos
El monzón ataviado de hojas y flores
El iluminado sendero que va de la tierra al planeta más lejano
El momento fantástico que es mitad día y mitad noche
La eternidad del breve silencio del mar
El solazado final de los sueños incompletos
El enmarañado momento de despertar con un sobresalto
La reticente estrella brillando en el cielo al amanecer
Las palabras no dichas ante la despedida
El inquieto viento condenado a una reclusión solitaria
El cuerpo de la niebla sentado en un trono
El reflejo dormido en la cama abismal del río
La oculta mina de las joyas más preciadas
Los perfiles de la demencia grabada en el espacio,
y la impronunciada historia del rayo.

Tú has soportado siempre, querida
todas mis fallas sonriendo.
Sé que no estoy destinado a traerte de vuelta
una vez que has partido.
Todo lo que puedo hacer en adelante, hasta el último día de mi vida,
es recoger los fragmentos de lo que eres
y tratar de juntarlos.

Traducción de Araceli Mancilla
***
Una petición a la muerte

Les ofrezco esta agua a ustedes
mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo, y a ustedes, soldados y generales
que pelearon por nosotros y contra nosotros
y que murieron en esta guerra.
Yo me paro aquí, en este campo de batalla,
y les doy esta agua y este arroz
a ustedes, que deben estar hambrientos y sedientos.

No me pidan nada
más que agua y arroz.
No añadan nada a la larga lista
de cosas que no les pude dar
confórmense con esta agua y con este arroz
y regresen al lugar de donde vinieron.

Piensen en esto: los años
que pasé con ustedes fueron muchos
y piensen en esto: no pasará mucho tiempo
antes de que me una a ustedes, dondequiera que estén.
Si yo tuviera cosas
además de esta agua y este arroz
¿se las habría negado
y les habría pedido que volvieran?

Cualquier cosa que yo tenga
además de esta agua y este arroz
seguro que no son ofrendas apropiadas
para las almas difuntas.
Verdad, yo recorrí cada día de mi vida
con este equipaje de cosas ocultas
pero cada vez que las miro
me desintegro, grito
con una voz que desgarra
los cielos y el mundo terrenal.

Lágrimas llenan mis ojos
cuando hago esta ofrenda
de agua y arroz.
Sé que cuando llegue mi turno
no tendré ninguno de los dos.

Miren, el sol casi se ha puesto.
Ahora, regresen al lugar de donde vinieron
con este poco de agua y de arroz que les di.
Miren, yo mismo no tengo
ni agua ni arroz
Miren, yo no tengo nada excepto las pocas cosas
que no les di
y que guardé para mí.

Traducción de Jimena Londoño

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char