domingo, 24 de marzo de 2013

Escuchame, Oídos

MIRTA ROSENBERG
(Rosario, Santa Fe, Argentina, 1951)
Tomada de ustedleepoesia2.blogspot.com




¿Qué debo escuchar,
Oídos?

¿El viento en las palmeras,
el mareo del mar, el estruendo mental
del movimiento de estrellas inaudibles

o tu voz diciendo
"me das miedo"?

A veces me das miedo.

Soy una ruta secreta
y quería ser un atajo
para el corazón.

A veces me das miedo cuando escucho
"no sé si debo correr la carrera
o la vocación".

¿Cambiaste tus convicciones?
¿Cambió mi vocación?

A veces, Oídos, hace falta cierto tacto
con una misma, con ésta o con aquélla,
el vaivén de la metáfora y del mareo del mar,

y quedarse allí sentada, tranquila
como alguien satisfecha con la muerte,
como alguien satisfecha.

Escuchame, Oídos,
como lo que debo escuchar.

Tenés que seguir tu vocación,
convicción, corazón.

Soy una cabeza de alfiler repleta
de estruendo mental, prendida
a esa metáfora como a una cofia.


De "El arte de perder", 1998, El árbol de palabras. Obra reunida 1984/2006, editorial Bajo la Luna, Buenos Aires, 2006

1 comentario:

Silvina dijo...

qué buen poema, y ese final!

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char