sábado, 1 de diciembre de 2018

Acerca de Hebe Uhart


Por Irene Gruss 

Nacida en Moreno, provincia de Buenos Aires, Hebe Uhart estudió Filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Trabajó como docente primaria, secundaria y universitaria. Colaboró con distintos medios gráficos, entre ellos el suplemento cultural del diario El País de Montevideo, Uruguay. Escribió notas de viajes, crónicas de personajes y situaciones.
(Moreno, provincia de Buenos Aires, Argentina, 2 de diciembre de 1936- CABA, Argentina, 11 de octubre de 2018.)
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Mejor tarde que nunca, qué sé yo
Si no hubiese sido por el estratega Fogwil o sus amigos Elvio Gandolfo, Enrique Butti, me pregunto qué hubiese sido de la obra de Hebe Uhart en estos días. De veras me lo pregunto porque antes de que el estratega la consagró, como gran publicista que era, la cosa no era así.  Elvio E. Gandolfo cuenta en su prólogo a Camilo asciende y otros relatos (Interzona): "Con unos diez libros publicados, la obra de Hebe Uhart conoce momentos alternos de invisibilidad y difusión. Dios, San Pedro y las almas (1962) y Eli, Eli, lamma sabachtami (1963) conocieron un anonimato casi perfecto. Recién con Gente de la casa rosa (1970) alcanzó una difusión considerable -el sello era Fabril- y tuvo un prologuista de peso: Haroldo Conti. El volumen recogía varios cuentos de los dos libros previos. Los dos siguientes, La elevación de Maruja (1973) y El budín esponjoso (1977) fueron casi invisibles. La distribución masiva para quioscos de la colección Capítulo Argentino que dirigía Susana Zanetti para el Centro Editor de América Latina hizo que La luz de un nuevo día (1983) tuviera amplia difusión. En cambio Leonor (Per Abbat, 1986) se vio poco, y además estaba compuesto, en un movimiento extraño, por tres cuentos ya incluidos en La luz de un nuevo día. Un camouflage eficaz abarcó las tres novelas cortas siguientes: Camilo asciende (Torres Agüero Editor, 1987), Memorias de un pigmeo (Pluma Alta Ediciones, 1992) y Mudanzas (Mondadori, 1995). La contundencia de dos recopilaciones recientes, Guiando la hiedra (Simurg, 1997) y Del cielo a casa (Adriana Hidalgo, 2003) consolidó el lugar que sus libros ocupan en la narrativa argentina".

O sea que desde 1983 hasta 2003 (año en que Adriana Hidalgo la adopta hasta el presente, seguida luego por Alfaguara), Hebe misma habla de la edición de sus libros como un penar:

 “–¿Por qué nunca publicó en editoriales grandes?

–Lo único que te garantiza es una mejor distribución. Una vez estaba por publicar, pero como me postergaban, le pregunté al editor qué pasaba. Me contestó que tenía que esperar porque estaban sacando a Isabel Allende. A esta altura no voy a hacer ninguna penitencia, ni penar a ver si me admiten o no. (Página 12, 2004). “No me sometería ahora a ir a las editoriales y correr el riesgo de que me reboten material, ni en pedo. Me parecería un movimiento absurdo. No es que no sea ambiciosa: soy cómoda. Escuchá esto: es porque soy cómoda. Y quiero mi comodidad, mi tranquilidad. He tenido mucha agitación de joven.” De Página 12, 2009.

Conocí a Hebe a finales de los ’70. Gracias a Guillermo Boido, amigo en común. Con el tiempo, nos hicimos amigas y hubo un período en que leía, comentaba y hasta tipiaba sus originales. Conocí esa “agitación” cuando algunos editores la maltrataban, la bochaban sin leerla. Otros, más tarde, la usaban, le pagaban una miseria o nada por sus derechos de autor, y hasta le pedían dinero para publicarla (ella llegaba a ofrecerlo para que la publicasen en tal o cual sello). Algunas ediciones fueron descuidadas, mal distribuidas. Hebe realmente padecía todo esto en voz más que baja. Cuando Fogwill dijo que era la mejor escritora argentina no vino el reconocimiento inmediato, pasaron veinte años para que eso sucediera.
Desde loca, borracha, desprolija y otros epítetos, pagó el precio de no ser del palo, mucho menos pituca, muchísimo menos del canon. No era solamente rara para algunos. Elvio Gandolfo explicó este rasgo de rareza no como algo definitorio, sino como “producto de la persistencia misma de la mirada, sin modificar su sencillez aparente, que nada (y sobre todo nadie) es siempre ‘normal’”. Narradores reconocidos no entendían ni apreciaban su escritura. También les costaba leer a Clarice Lispector, Luisa Futoransky, Alicia Steimberg o a la uruguaya Armonía Somers.
Eli, Iamma sabachtani, que editó en 1963 gracias a un subsidio que le había otorgado el Fondo Nacional de las Artes. Ese libro sí lo presentó. “Invité a mis amigos y se pelearon esa noche, vino mediante, y nos fuimos unos para el norte, otros para el sur”, contaba y se reía para desdramatizar aquello que para otros podría resultar imperdonable, como estropearle la que había sido su primera presentación.
También fue etiquetada como minimalista: “La suya resulta entonces una literatura de la experiencia, pero de una experiencia de baja intensidad, siempre módica: tal vez por eso su literatura podría admitir, en este sentido, el atributo de minimalista. Es Uhart quien no lo admite: '¿Quién dictamina qué cosas son mínimas o máximas? No hay jerarquía de lo que es importante para escribir. La importancia la da el que escribe'”. Martín Kohan, reseña de Turistas. O naïve: “Lo de naïve tal vez venga de que yo trabajo con material de cosas que pasaron ya hace mucho, y entonces quedan con ese tonito medio elaborado, ya visto; digamos que el conflicto ya está oculto. (…) Eso puede ser lo que dé cierta pátina de ingenuidad. Pero yo no creo que sea naïve, porque parece como fama de pelotuda, ¿o no?” De Página 12, 2009;  “Yo no soy inocente. Lo que sí tengo es esa veta medio optimista”.
En 2017, cuando aceptó el Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas en Santiago de Chile, afirmaba: “Pienso y siempre pensé que la conciencia de la propia importancia conspira contra la posibilidad de escribir bien, más aún, pienso que la hipertrofia del rol le juega en contra a un escritor y a cualquier artista. Cuando veo que alguien hace gala de su rol, sospecho que no escribe bien. Y no soporto los cuentos en que los protagonistas son escritores, ni las películas sobre el tema”.
Y sobre su relación con la poderosa tradición de la narrativa argentina, hace una finta: “Mi maestro es un uruguayo, Felisberto Hernández. Es una persona que me ha deslumbrado mucho. Me ha acompañado. Los escritores, decía un amigo, son como todas las personas; algunos son para tener en casa y otros para salir: Borges es para mostrarlo, para salir con él, mientras que Felisberto Hernández es para la intimidad, para amarlo”, dice la escritora que, después de ser admirada tantos años en secreto, ahora sale definitivamente a la luz. (PE/Nodal)
Publicado por Nodal, extraído de Economía y Negocios, Chile, el artículo fue editado por Mercurio, Chile, el 2 de agosto, bajo la firma de Roberto Careaga y Anfibia.
 "Cuando uno escribe, si es bueno, le termina llegando el reconocimiento. Mirá que voy a ser la mejor escritora de la Argentina, ¿qué quiere decir eso? Nada", dijo en una entrevista con Anfibia.
Puedo dar fe del caudal de anécdotas y salidas, algunas recogidas por su observación finísima; otras, por su sentido del humor mezclado con su arbitraria interpretación filosófica de los hechos y las personas. Nos juntábamos a tomar café muy seguido; Hebe, ansiosa, siempre llegaba antes y no daba tiempo a que me sentara para contar sus “novedades”.  En general, verbalizaba cuentos enteros que recién había escrito, o que iba a escribir, con la misma forma, la misma puntuación.  Amante de Simone Weil, Flannery O’Connor y Felisberto Hernández, esos cafés fueron clases magistrales que tuve el lujo de recibir.
En los asados que solía hacer cada tanto, invitaba a personas, al principio, muy dispares, y con el tiempo fue aprendiendo a reunir gente más afín;  hacía preguntas agudas a cada uno y, arbitrariamente, como siempre, daba su particular punto de vista. Reíamos y aprendíamos.
Una de esas “salidas” tan personales, un momento desopilante que quedará en la historia de la Feria del Libro, fue en una mesa en la que Uhart, que hablaba de las similitudes en la comunicación corporal de humanos y simios, una mujer sentada en las últimas filas la interrumpió, para decir que el hombre no desciende de los monos sino que los monos llegaron de otro planeta y, acto seguido, empezó a ladrar. Cuando todo parecía que se desmadraba, Uhart le dijo "Yo no comparto el creacionismo, yo creo en la evolución" y siguió como si nada hubiera pasado. El aplauso fue estridente.
Samanta Schweblin recuerda la vez que Hebe contó en una mesa organizada por el Centro Cultural General San Martín; Uhart habló última, cuando el público estaba casi dormido de escuchar a los escritores hablar de su vida. Y les dio un cachetazo en el rostro: "Les voy a contar un sueño. Soñé que cogía con Maradona", dijo (y/o provocaba), y comenzó a relatar ese sueño.
"Hablé de infancia a rolete, hablé de mi familia, de los inmigrantes, de mi pobre tía loca, ¡ya está! Ahora quiero otra cosa, por eso hablo de los animales."; “Pordelantear, por ejemplo, la tomé de una señora que vino a mi casa y que me dijo ‘Yo avanzo sin pordelantear a nadie’.” El hecho de evitar a toda costa el lenguaje académico, el savoir faire, etc., quizás haya sido uno de los motivos por los que sus clases se llenaban, y no volaba mosca alguna cunado señalaba: La obsesión, decía, no sirve para escribir, como no sirve la impaciencia. Y lo expresaba de esta forma: “Para escribir, como decía Chéjov, hay que estar a media rienda”. (Clarín)

Cuando dejó la ficción para pasar a sus crónicas dijo: 'Yo no soy aventurera'. Durante 2015, recorrió como siempre, block en mano: Bogotá, Lima, Quito, Otavalo, Resistencia, Tucumán, Carmen de Patagones para Viajera crónica. La Patagonia, Ecuador, Córdoba, Roque Pérez, pueblos de la provincia de Buenos Aires, distintos pueblos indígenas, cooperativas rurales (a una de ellas donó la mitad del Premio Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas de Santiago, Chile, 2018).
“Mejor tarde que nunca, qué sé yo”, dice Uhart ante el reconocimiento tardío. Prefiere no opinar sobre su supuesta mirada asombrada en la escritura o eso de ser una autora de culto. “Eso que lo digan los otros”, añade.
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Bibliografía y comentarios
Elvio Gandolfo escribía en su prólogo para “Camilo asciende” (de 1987): “Lo que la convierte a la vez en un ejemplo muy poco frecuente de penetración filosófica o antropológica y en portadora de un humor opresivo, desopilante, es que se incluye a sí misma en esa mirada, a través de sus distintos alter ego cuando hablan en primera persona”.
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Por Tomás Abraham
Conozco a Hebe desde hace veinte años. Trabajó conmigo en la cátedra de Filosofía de la UBA. Durante el mismo lapso fue parte del Seminario de los Jueves. Es así que la escuché. Y leí algunos de sus libros. Hebe tiene una mirada rara. Toca y se va. No le gusta que se le impongan. Es un ser libre, inaprensible. Sus palabras se miden con una vara pequeña. Le gustan las frases cortas y odia discutir. Prefiere intervenir con interrogantes. Sus observaciones terminan con un “¿no?”.
Es una persona orgullosa, su compromiso con la literatura es vital. Escribir para ella es algo muy serio, no da lugar para poses y pavadas. No le interesa el negocio de la literatura, ni el aparentar de la gente que tiene la etiqueta de escritor. Escribió siempre, con una cadencia parecida. Quizá pueda decirse que le gusta la metonimia. Las cosas ocurren, pasa un perro, una tía tose, un pibe se olvidó una bolita, se quemó la tortilla. La vida sucede, y las personas son pequeñas. Para Hebe, los hombres se expresan en chiquito, pero ya sea cuando lo hacen así, con poco, con lo que pueden, o, cuando aparentan ser muy grandes y enfatuados, Hebe se ríe.
Hebe Uhart es una escritora con humor, leerla es entrar en una atmósfera liviana, matizada, con pinceladas finas. Nos saca una sonrisa. Pero no diría que es amable, por el contrario, es intransigente, eso por un lado; por el otro, su mirada no sale de sí, tiene la autonomía de ciertas locuras. Parece inconmovible. Admito que me he quedado en una descripción psicológica con escasos argumentos estéticos. Pero no se me ocurre más que decir que Hebe escribe bien, sabe componer cuentos y ofrendarlos ya destilados, y, con sus personajes, tiene el mismo buen trato que su maestro Felisberto Hernández. Concluyo diciendo que Hebe Uhart es una escritora doblemente oriental, tiene algo de uruguaya y de japonesa.
Página 12, 2004.
Hebe Uhart integró el Seminario de los Jueves, desde 1984, junto a Gustavo Mallea,  Zopi, Alfredo Tzbeivel, Hebe Uhart (con un profundo interés por el empirismo inglés, según Tomás Abraham), Carlos Savransky. También Esther Díaz y Jaime Plager. Gente que venía de la Universidad de Morón como Miguel Wiñasky, Oscar Terán, a Enrique Marí y a Alejandro Rússovich. Samuel Cabanchik.   Jorge Telerman, Elías Neumann, Eugenio Zaffaroni, Luis Moreno Ocampo, Néstor Perlongher, Horacio González, Christian Ferrer y Ricardo Forster, Edith Elorza, entre otros… Seminario dirigido por Tomás Abraham.
Fue profesora en Filosofía y trabajó durante casi toda su carrera en la cátedra de Tomás Abraham, en la UBA.y en la Universidad de Lomas de Zamora.

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1962- La editorial Menhir, de Rosario, publica su libro de cuentos Dios, San Pedro y las almas.

1963- Aparece en Buenos Aires su libro de cuentos Eli, Eli, Lamma Sabachtani, publicado por la editorial Goyanarte.

1970- La editorial Fabril publica en Buenos Aires su libro de cuentos La gente de la casa rosa.

1974- La Editorial Cuarto mundo publica la nouvelle La elevación de Maruja.

1976- Su libro de cuentos El budín esponjoso es publicado por la editorial Cuarto Mundo.

1983- El Centro Editor de América Latina publica en Buenos Aires su volumen de cuentos La luz de un nuevo día.

1987- Se publica su novela corta Camilo asciende (Torres Agüero Editor). Participa en el Primer Encuentro de Escritores organizado en Buenos Aires por el Diario Clarín.
1992- Aparece en Buenos Aires el libro de relatos Memorias de un pigmeo (Editorial Pluma Alta).
1995- La editorial Bajo la Luna Nueva publica en Buenos Aires su novela Mudanzas.
1997- La editorial Simurg, de Buenos Aires, publica su libro de cuentos Guiando la hiedra.
1999- Su novela breve Señorita es publicada en Buenos Aires por la editorial Simurg.

2003- La editorial Adriana Hidalgo publica su libro de cuentos Del cielo a casa. “En su nuevo libro Del cielo a casa abundan los cuentos cuyo tema es un viaje (viajes a Alemania, a una pequeña ciudad de la provincia de Buenos Aires, a la frontera de Uruguay con Brasil, o el viaje de un holandés a Buenos Aires). Se esperaría la secuencia característica: viajar, vivir, contar. Pero estos viajeros viajan esperando volver, porque el gusto del viaje es volver para encontrar todo distinto (‘la casa distinta’, dice Hebe Uhart, dejando ver que en su propia casa transcurre la parte de los viajes que más le agrada: ‘me gustaría tener el don de la bilocación’). Mientras viajan, es menos lo que viven que lo que observan (como Felisberto Hernández, al que Uhart señala como su referente, que ‘no hace más que mirar y mirar’). Viajan y viven; pero viajan incómodos y viven mirando, y lo que cuentan está por eso impregnado de observaciones agudas, leves o no tan leves descolocaciones, el lento incordio de las cosas que cambian”, escribió Martín Kohan, en la Revista Ñ, diario Clarín, el 2 de agosto de 2003.
2004- Se publica su libro de cuentos Camilo asciende y otros relatos (Interzona). “El mundo de Hebe Uhart, que con tanta nitidez aparece en estos relatos, es abundante, colectivo o absolutamente personal, nunca psicológico en el sentido tradicional, novelístico. Desde la primera persona, o desplegando múltiples vidas ajenas, siempre está mirando hacia fuera. Le ha dado a la literatura argentina decenas de personajes emocionantes, inolvidables, que establecen al hablar, al actuar, al tener sentimientos por otros, una manera de existir, de resistir, de no entregarse. Incluso algún ser que no habla, como esa isoca que se queda a escuchar el divague teológico y palabrero de un predicador mientras afuera llueve. Pero que en cuanto la lluvia para, se toma el olivo, silenciosamente”, escribe Elvio Gandolfo, en el prólogo de la edición.
2008- Se publica Turistas (cuentos), por Adriana Hidalgo Editora.
2010- Se publica Relatos reunidos (cuentos y nouvelles), por Alfaguara.
2011- Se publica Viajera crónica (crónicas de viaje), por Adriana Hidalgo Editora.
2012- Se publica Visto y oído, por Adriana Hidalgo Editora. “Hebe Uhart viaja desde muy joven, pero hace apenas dos años que publica crónicas. Hace décadas, publicó un texto sobre la previa del Carnaval de Corrientes, pero no mucho más. Antes, dice, el viaje era sólo por placer, por aventura. “No bien tuve mis primeros sueldos, los gasté en viajar. A los 18 años me fui a Ushuaia; a los 20 me fui a Bolivia, en un viaje de cuatro días en tren, y de ahí a Perú. Después, desde los 21, me fui todos los años a Brasil. En micro, en tren, de cualquier manera.” Sus crónicas conservan ese espíritu de turista: cuentan los incordios con la tarjeta-llave de los hoteles, se asombran con los excéntricos habitantes de Capilla del Monte. Pero si los textos de Visto y oído son, además, muy hermosos, es por las observaciones de narradora lúcida de Uhart.” (Página 12, Radar Libros, fragmento de la nota de Mariana Enriquez, diciembre 2012).
2015- Un día cualquiera (mapa de las lenguas) (cuentos) Adriana Hidalgo Editora.
2015- De la Patagonia a México (crónicas de viaje) Adriana Hidalgo Editora.
2017- De aquí para allá (crónicas de viaje) Adriana Hidalgo Editora.
2018- Animales (crónicas) Adriana Hidalgo Editora.

Distinciones
2004 - Premio Konex, Diploma al Mérito por "Cuento: quinquenio 1999-2003".
2011 - Premio Fundación El Libro al Mejor Libro Argentino de Creación Literaria, por su libro Relatos reunidos, publicado por Alfaguara en 2010.
2014 - Premio Konex, Diploma al Mérito por "Cuento: quinquenio 2004-2008".
2015 - Premio Fondo Nacional de las Artes (letras).
2017 - Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas.

jueves, 29 de noviembre de 2018

Un dios exacto

JORGE AULICINO
(Buenos Aires, Argentina, 1949)


Niebla en las montañas cerca del mar en ChukotkaVasily Knyazev

De Imitatione Christi]
Bienaventurado aquel a quien la verdad por sí misma enseña,
no por figuras y voces trasmitida, sino así como es.


Lo público: un desgastado lustre marcial y recoleto,
largos pasillos vidriados con vidrio opaco,
las firmes vetas de capas de pintura superpuestas,
olor a cloro, ruda limpieza.
Es el antiguo edificio del parque Chacabuco bajo una neblina
casi lechosa alta,
en cuyos vestuarios suenan voces, gallos, pitos, carrasperas,
un acento bronco de vez en cuando
de las voces adolescentes.
Después, la pelota bien lanzada, el golpe
certero del bate: un dios exacto.

La enumeración era el discurso de los rapsodas,
nos dijo el buen profesor Mattarollo.
Pruébalo.
Enhebra tus cuentas.
Sólo unos días volverán del mar.

De Mar de Chukotka (Ediciones del Dock2018).

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Ven entre destellos, amor

Mary Wollstonecraft Shelley

(Londres, Inglaterra, 1797- 1851)

Stanzas: ¡Oh, ven en mis sueños, amor!

¡Oh, ven en mis sueños, amor!
No hay otro feliz deseo;
Ven entre destellos, amor,
Cierra mis ojos con tus besos.

Dicen las fábulas viejas:
Amor visitó a una griega criada
Pero ella rompió la magia sagrada
Y despertó con su fe  traicionada

Pero velará mi vista sueño gentil,
Y será sombría lámpara de psiquis
Cuando, en las visiones del dormir,
tú renueves tus votos hacia mí.

¡Y, ven en mis sueños, amor!
No hay otro feliz deseo;
Ven entre destellos, amor,
Cierra mis ojos con tus besos.
*
Stanzas: Oh, come to me in dreams, my love!

Oh, come to me in dreams, my love!
I will not ask a dearer bliss;
Come with the starry beams, my love,
And press mine eyelids with thy kiss.

’Twas thus, as ancient fables tell,
Love visited a Grecian maid,
Till she disturbed the sacred spell,
And woke to find her hopes betrayed.

But gentle sleep shall veil my sight,
And Psyche’s lamp shall darkling be,
When, in the visions of the night,
Thou dost renew thy vows to me.

Then come to me in dreams, my love,
I will not ask a dearer bliss;
Come with the starry beams, my love,
And press mine eyelids with thy kiss.

Traducción: Andrea Rivas.

La vieja arpía calla un momento, suelta una risita y mastica algo en su desdentada boca

Isak Dinesen

(pseudónimo de Karen Blixen)
(Rungsted, Dinamarca, 1885-1962)


… no es posible pintar un objeto concreto, digamos una rosa, sin que yo, o cualquier otro crítico inteligente, podamos determinar, al cabo de veinte años, en qué período fue pintado o, más o menos, en qué lugar. El artista ha pretendido plasmar una rosa en abstracto, o una rosa determinada; jamás ha tenido la intención de ofrecernos una rosa china, persa, holandesa o, según la época, rococó o puro Imperio. Si le dijese que era eso lo que había hecho, no me comprendería. Quizá se enfadaría conmigo. Diría: «He pintado una rosa». Sin embargo, no lo puede evitar; así que soy superior al artista, ya que lo puedo medir con un baremo del que no sabe nada. Pero al mismo tiempo yo no sabría pintar, y mal podría ver o concebir una rosa. Podría imitar cualquier creación suya. Podría decir: «Voy a pintar una rosa al estilo chino, holandés o rococó». Pero no tendría el valor de pintar una rosa tal cual. Porque ¿cómo es una rosa?
«El poeta», último de los relatos de Siete cuentos góticos. Alfaguara.
***
La página en blanco

Cerca de las puertas de la antigua ciudad solía sentarse una anciana de piel color de café, cubierta con un velo negro, que se ganaba el pan contando historias.
Decía la mujer:
- ¿Queréis un cuento, señora gentil, caballero? He contado muchas, muchas historias, mil y una más, desde los tiempos en que dejaba que los muchachos me contasen a mí el cuento de la rosa roja, los dos suaves capullos de azucena y las cuatro serpientes sedosas, cimbreantes y mortalmente enlazadas. Fue la madre de mi madre, la bailarina de ojos negros a quien tantos poseyeron, la que hacia el fin de su vida, arrugada como una manzana de invierno y escondida detrás del piadoso velo, me enseñó el arte de relatar historias. La madre de su madre se lo había enseñado a ella, y ambas eran mejores narradoras que yo. Pero esto ahora no tiene importancia, porque, para las gentes, ellas y yo somos la misma y me tratan con gran respeto, puesto que vengo contando historias desde hace doscientos años.
Después, si se le ha pagado bien y está de buen humor, proseguirá:
- La de mi abuela - decía - fue una escuela bien dura.
"- Sé fiel a la historia - me decía la vieja ruja -. Sé eterna e inquebrantablemente fiel a la historia.
"- ¿Por qué, abuela? - preguntaba yo.
"- ¿He de darte razones, desvergonzada? - gritaba ella- ¿Y tú quieres ser cuentista? ¿Tú vas a ser cuentista y yo he de darte razones? Pues bien, escucha: cuando el narrador es fiel, eterna e inquebrantablemente fiel a la historia, al final es el silencio quien habla. Cuando la historia ha sido traicionada, el silencio no es más que vacío. Pero nosotros, los fieles, cuando hemos dicho nuestra última palabra oímos la voz del silencio. Lo entienda o no una mocosa impertinente.
"¿Quién es - prosigue la mujer - el que relata un cuento mejor que todas nosotras? El silencio. ¿Y dónde se lee una historia más profunda que en la página mejor impresa del libro más valioso? En la página en blanco. Cuando la pluma más finamente cortada, en su momento de mayor inspiración, ha escrito su cuento con la más preciada tinta, ¿dónde podrá leerse un cuento más profundo, dulce, alegre y cruel?: en la página en blanco."
La vieja arpía calla un momento, suelta una risita y mastica algo en su desdentada boca.
- Nosotras -dice finalmente-, las viejas que contamos historias, sabemos la historia de la página en blanco. Pero no nos gusta contarla, porque entre los no iniciados podría mermar algo nuestra fama. Aun así, voy a hacer una excepción con vosotros, dama hermosa y gentil y caballero de generoso corazón. A vosotros os la contaré.
"En las altas y azules montañas de Portugal existe un viejo convento de monjas de la Orden Carmelitana, que es una orden ilustre y austera. En tiempos pasados el convento fue rico, las monjas eran todas nobles señoras y se producían incluso milagros. Pero con el correr de los siglos las damas de alto linaje fueron perdiendo la afición al ayuno y la plegaria, las grandes dotes dejaron de fluir a las arcas del convento y hoy apenas quedan unas pocas hermanas humildes y pobres que viven en una sola ala del vasto y decaído edificio, que parece que quiera fundirse con la roca gris que lo rodea. Y sin embargo, la comunidad es aún viva y alegre. Sus devociones son fuente de gozo inextinguible, y las hermanitas se dedican alegremente a la tarea que hace muchos, muchos años, deparó al convento un único y singular privilegio: cultivar el mejor lino de Portugal, con el que fabrican la tela más fina del país.
"El vasto campo frente al convento se ara con bueyes blancos como la leche, de manso mirar, y la semilla es sembrada hábilmente por virginales manos endurecidas en la labor, con las uñas llenas de tierra. En la estación en que florece el lino, el valle entero adquiere un color azul de aire, el mismo color del delantal que llevaba puesto la Sagrada Virgen para ir a coger huevos al gallinero de Santa Ana cuando el Arcángel San Gabriel, con su aleteo poderoso, descendió hasta el umbral de la casa y en lo alto, muy alto, una paloma, con las plumas del collar enhiestas y las alas vibrando, se recortaba en el cielo como una pequeña estrella plateada. Durante este mes los aldeanos de muchas millas a la redonda alzan los ojos hacia el campo de lino y se preguntan: "¿Ha subido el convento al cielo? ¿O han logrado las hermanas que el cielo baje hasta ellas?"
"Cuando llega la estación, el lino se recolecta, se agrama y se rastrilla; después la fibra delicada se hila, el hilo se teje y, por último, la tela se extiende sobre l a hierba para que se blanquee, y se lava una y otra vez hasta que haya nevado en torno a los muros del convento. Toda esta labor se lleva a cabo piadosamente y con precisión, y con ciertas aspersiones y letanías que son un secreto del convento. A ello se debe que el lino, que se carga a lomos de pequeños asnos grises y, pasada la puerta del convento, desciende y desciende hasta llegar a la ciudad, sea blanco como una flor, liso y suave como era mi pie cuando, a los catorce años, lo lavaba en el arroyo para ir al baile de la aldea.
"La diligencia, queridos señores, es buena cosa, y la religión también, pero el germen último de la historia procede de algún lugar místico ajeno a la historia misma. Así, la virtud del lino de Convento Velho le viene del hecho de que la primera semilla fue traía por un cruzado de la propia Tierra Santa.
"En la Biblia, las gentes que saben leer pueden aprender cosas sobre las tierras de Lachis y Maresa, donde crece el lino. Yo no sé leer, y nunca he visto este libro del que tanto se habla. Pero la abuela de mi abuela, cuando era niña, fue la favorita de un viejo rabino, y sus enseñanzas se han guardado en la familia y se han transmitido de generación en generación. Así, en el libro de Josué podéis leer que Axa, hija de Caleb, se apeó del asno y gritó a su padre: "¡Dame bendición! ¡Pues que me has dado tierra de secadal, dame también fuentes de agua!" Y él le dio entonces las fuentes de arriba y ls de abajo. Y en los campos de Lachis y Maresa vivieron, más tarde, las familias que tejían el lino más fino de todos. Nuestro cruzado portugués, que descendía de una familia de grandes tejedores de lino de Tomar, cabalgando por esos mismos campos quedó impresionado por la finura de las plantas de lino, y se ató un saco de semillas al pomo de su silla de montar.
"Así se originó el primer privilegio del convento, que era el de suministrar las sábanas de matrimonio para las jóvenes princesas de la Casa Real.
"He de deciros, queridos señores, que en el país de Portugal las viejas y nobles familias observan una costumbre venerable. A la mañana siguiente a los esponsales de una hija de la casa, y antes de que se entreguen los regalos de boda, el chambelán o el gran senescal cuelgan de un balcón del palacio la sábana de la noche de bodas y proclaman solemnemente "Virginem eam tenemus." "Declaro que era virgen". Esa sábana no se lava ni se utiliza nunca más.
"Nadie observaba esta costumbre venerable más estrictamente que la Casa Real, en la que ha persistido casi hasta nuestros días.
"Desde hace muchos siglos también, y como señal de gratitud por la excelente calidad de su lino, el convento de los montes ha gozado de un segundo privilegio: el de recibir de vuelta el fragmento central de la sábana blanca como la nieve, que lleva el testimonio del honor de la desposada real.
"En el ala principal del convento, desde la que se divisa un inmenso panorama de colinas y valles, hay una extensa galería de suelo de mármol blanco y negro. De los muros de la galería cuelga una larga hilera de pesados marcos dorados, rematados cada uno de ellos por una cartela de oro puro en las que figura inscrito el nombre de una princesa: Donna Christina, Donna Ines, Donna Jacintha Leonora, Donna María. Y cada uno de estos marcos encierra un retal cuadrado de una sábana real de boda.
"En las manchas borrosas de las telas una persona de cierta imaginación y sensibilidad podría reconocer todos los signos del Zodíaco: la Balanza, el Escorpión, el León, los Gemelos. O discernir imágenes de su propio mundo de ideas: una rosa, un corazón, una espada, o acaso un corazón atravesado por una espada.
"En los viejos tiempos podía verse en ocasiones una larga, majestuosa y colorida procesión que avanzaba por el paisaje de rocas grises en dirección al convento. Princesas de Portugal, que ahora eran reinas, o reinas-madres de otros países, archiduquesas o grandes electoras con sus espléndidos séquitos, llevaban a cabo un peregrinaje de naturaleza a la vez sagrada y secretamente jubilosa. Pasado el campo de lino la ruta se hace empinada; la dama real tenía que bajar de su carroza para recorrer la última parte del camino en un palanquín regalado al convento precisamente con esta finalidad.
"Después, y aún en nuestros días, ocurre a veces, como puede ocurrir cuando se quema una hoja de papel, que después que todas las chispas han corrido por el borde del papel para ir a morir en un extremo surge una última chispa, pequeña y reluciente, que va corriendo detrás de las otras, que una solterona muy anciana, de alto linaje, emprenda la ruta hacia Convento Velho. Hace muchos años fue la compañera de juegos, amiga y doncella de honor de una joven princesa de Portugal. En el camino al convento, va contemplando el panorama que se extiende a sus pies. Llegada al edificio, una monja la conduce hasta la galería, frente al marco que lleva el nombre de la princesa a la que sirvió un día, y se despide de ella, comprendiendo que quiere quedarse sola.
"Lenta, muy lentamente, una procesión de recuerdos desfila por la pequeña, venerable y cadavérica cabeza bajo la mantilla de negro encaje, que se inclina en señal de reconocimiento. La leal amiga y confidente recuerda la vida de casada de la joven princesa con el consorte real elegido. Revive los momentos alegres y los tristes, coronaciones y jubileos, intrigas cortesanas y guerras, el nacimiento del heredero del trono, los matrimonios de los príncipes y princesas de las nuevas generaciones, el orto y el ocaso de las dinastías. La vieja dama recuerda las profecías que se hicieron con las manchas de la sábana: ahora puede comparar la realidad con la profecía, con una leve sonrisa y un ligero suspiro. Cada pedazo de tela con el nombre inscrito en el marco que lo encierra tiene una historia que contar, y todos han sido puestos allí por fidelidad a la historia.
"Pero en medio de la larga hilera hay una tela que no es igual que las otras. Su marco es tan hermoso y pesado como los demás, y ostenta con el mismo orgullo la placa dorada con la corona real. Pero en la cartela no hay ningún nombre inscrito, y la sábana enmarcada es de lino blanco como la nieve de una esquina a la otra: una página en blanco.
"¡Os ruego, buenas gentes que venís a escuchar historias! ¡Mirad esta página, y reconoced la sabiduría de mi abuela y de todas las mujeres que narran historias!
"Porque, ¡qué lealtad eterna e inquebrantable ha hecho colgar este pedazo de tela junto a los otros! Ante él, las narradoras de cuentos hemos de cubrirnos con el velo y guardar silencio. Porque si el padre y la madre reales que un día ordenaron que se enmarcase y colgase ese retal no hubieran conservado en su sangre una tradición de lealtad, quizá no habrían dado la orden.
"Es frente a ese pedazo de puro lino blanco donde las viejas princesas de Portugal, reinas, viudez y madres con experiencia de la vida, con sentido del deber y con una larga historia de sufrimiento, y sus viejas y nobles compañeras de juegos, doncellas y damas de honor, permanecen de pie más tiempo.
"Y es frente a la página en blanco donde las monjas jóvenes y viejas, y la propia madre abadesa, quedan sumidas en la más profunda de las reflexiones."

De Cuentos reunidos, Alfaguara. (1957)

martes, 27 de noviembre de 2018

¿Arrancarle a la mosca la penumbra?

HUGO TOSCADARAY
(Buenos Aires, Argentina, 1957)



LA SED

¿sacarle punta al lápiz con una metralleta?
¿regar la piedra?
¿echarle alcohol al hambre?
¿qué es?

¿golpear el verso? ¿con los puños darle?
¿con el cincel de la espera hasta que sangre darle?
¿es eso escribir?

¿arrancarle a la mosca la penumbra?
¿morder la fiebre?
¿sacar espuma por la nuca?
¿qué es?

¿sentarse a esperar que duela algo?
¿que salte algo? 
¿que brille?

y si nada sacude ¿qué?

¿apagar los ojos? 
¿morir un rato?
¿secar un árbol? 
¿raspar un hijo?

¿agazaparse y aguardar
a que una sola palabra 
incendie todas las cosas?

De calibán caníbal, 2018
***
SOBRE LOS OBJETOS HALLADOS EN LA COSTA

he aquí el zapato negro del negro pájaro de Kansas.

en él se pueden oír:

el abrir y cerrar de los párpados del encantador de serpientes
el dedo del jardinero batiendo la casa de los escarabajos
la rodadura final en los durísimos labios de un viejo
y cansado trompetista

el jadeo de una vendedora de cosméticos en la mente
de un hombre desesperado

el roce de los dedos acariciando la copa en un pub
solitario de la calle 52

el mortal jaque de un blues clavándose en la ojera
del amante

el rugido de un cádillac de piernas afiladas demoliendo
la torre del bebop

hoy el zapato negro

es un animal delicado de cabellos de sal

flotando sobre la arena

con la arrogancia de una cama de bronce.

                                           (de La isla de la sirena de las escamas de fuego)

lunes, 26 de noviembre de 2018

El tejado es denso y yo soy un árbol

Pia Juul
(Dinamarca, 1962)

El dulce miedo cuando
Copenhague huele a París
cuando veo su
cuerpo en otro
cuando quiero ser
un escándalo y una desgracia
y no quiero
no quiero ser elevada muy alto
y a la vez quiero
sólo eso
***
 Excarcelados en septiembre

el presidiario estaba sin aliento
en mi puerta
                                           esa transparencia
                                           oh piel tensa oh
                                           mejillas huecas
una comida un baño
y allí la noche cuando
la lluvia nos confundió
                              oh brazo
oh labios
tu lengua habla de
plástico corre
por espaldas hambrientas
en canteras    la canción    las voces
mi cuerpo crece por
ese extraño lugar
detrás de la cabeza
                  casi olvidado ahora
se tumba y coge el sueño en
mi esquina    la corriente
entra desde la ventana cuenta
nueva estación    sombra ondeando
bajo mi barbilla la calma
desde el pulso por allí

                              estoy despierta
mañana:
   alisar la arena
   del patio
tenemos una herida
que no se va a cerrar

Versión de Daniel Sancosmed
De Copenhague huele a París (poesía danesa contemporánea) de Nórdica Libros.
***

Me vuelvo
un instante, pero
un instante después
todo ha desaparecido
Me vuelvo otra vez
pero solo lo creo
No se puede volver a ver
lo que sea
lo que un hombre sabio
ha constatado hace
mucho, sobre un río,
pero esto,
la vida floreciente con
Niños ruborosos
perforados por un hilo entre los labios
La canción que se inclinan a cantar
Un instante, regreso
volveré pronto
Las piedras arrojan
las sombras más singularmente largas
sobre la costa
El agua sobre las piedras
brilla al sol

y el sol se pone
***

Miro al cielo mientras ellos
duermen, sé que duermen, noto
que duermen en la oscuridad, pero
el cielo empalidece, apenas miro
hacia arriba, y el sol quiere salir
y las nubes dispersarse
Entonces ellos despertarán, y yo quiero
yacer de espaldas y mirar
al techo que es tan denso y
el tejado es denso y yo soy un árbol
Una cuña está encajada
en el tronco, misteriosamente, frío
y gastado metal que penetra en la corteza
y la corta
Pero aunque yo quisiese
no me agrieto
Me cierro de golpe
y me abriré tal vez
seguramente solo
otra vez
a un hacha.

De Dije, Digo
Traductor: Roberto Mascaró



sábado, 24 de noviembre de 2018

¿Cómo podré abrir la puerta cerrada de mi corazón?

Fehmida Riaz 
(Uttar Pradesh, India, 1945- Pakistán, 2018) In Memoriam

Escribió en urdu, pero sus poemas llevan consigo notas del hindi, el persa y el sindhi.

¡Oh, Dios y Señor del Universo!

Se hundió en el silencio la llamada a la oración de la tarde.
¡Qué quietud, Dios y Señor del Universo!

¡Loado sea Dios, Señor de los Mundos!
Todas las alabanzas sean para Dios, grande y excelso.
El cielo, límpido y prístino tras la lluvia,
se extiende, rotundamente azul, hasta donde la vista alcanza.
Y la suave tierra está cubierta de un verdor aterciopelado.
¡Loado sea Dios, Señor de los Mundos!
Todas las alabanzas sean para Dios, grande y excelso.
¿Qué idea aguijonea mi corazón?
¿Qué pensamiento ha inundado mis ojos de lágrimas?
¿Por qué ha invadido este silencio mi pecho?
¿Por qué esta zozobra en mi adoración?
¿Por qué las plegarias al llegar a mis labios pierden el sentido?
Una terrible desolación parece habitar en mi interior.
Que venga alguien, que venga alguien y llame a la puerta.
¿Cómo podré abrir la puerta cerrada de mi corazón?

Versión de Rocío Moriones Alonso
**
Iqleema

Iqleema,
nacida de la madre de Caín
y Abel. Su hermana.
Pero diferente.
Diferente por sus muslos
y sus pechos, diferente
por dentro, por el útero.
¿Y el valor de esas diferencias?
Un carnero sacrificial más gordo:
arde Iqleema en la montaña.
Es prisionera de su propio cuerpo.
El sol la quema hasta el tuétano.
Mira,
sobre sus muslos alargados y turgentes tetas,
sobre el laberinto del útero,
Iqleema también tiene una cabeza.
Allah le habla a Iqleema
y por primera vez

algo le pregunta.

Versión de Alí Calderón
***
¡Ven, creemos un nuevo léxico!
.
¡Ven, creemos un nuevo léxico!
Uno donde el sentido de cada palabra
(que no nos gusta)
está insertado antes.
Y traguemos, como un veneno amargo,
la verdad de una realidad que no es nuestra.
El agua de vida que estalla de esta piedra
conduce un rumbo que nosotros solos no determinamos.
Nosotros –que son la luz muriendo de un jardín decrépito;
nosotros –llenos del orgullo herido de nuestras ilusiones;
nosotros –que han superado los límites del autobombo;
nosotros –que lamen cada herida nuestra sin cesar;
nosotros –que hacen circular el cáliz envenenado,
nosotros –que llevan del uno al otro solo el odio,
y, sobre nuestros labios secos, nada más que palabras del desdén.
No llenamos el abismo en el interior;
no vemos con nuestros propios ojos lo que es auténtico enfrente de nosotros;
no nos hemos redimido ayer o hoy;
porque nuestra enfermedad es tan preciada que no buscamos un tratamiento.
¿Pero por qué el horizonte de muchos tonos debe permanecernos como
remoto y inalcanzable?

Entonces, ¿por qué no creamos un nuevo léxico?
Si resurgimos de este abismo austero,
solamente las primeras pisadas serán duras.
Las extensiones ilimitadas nos atraen al amanecer de un nuevo día.
Inhalaremos el aire fresco
del valle abundante que nos rodea.
Purificaremos de nuestras caras la mugre de aversión de uno mismo.
El vaivén, el auge y caída –son estos el juego que juega el Tiempo.
Pero la imagen que vemos en el espejo del Tiempo
incluye nuestra gloria también nuestros logros
–pues alcemos la mirada hasta la amistad,
por lo tanto entrever la belleza en cada rostro
de cada visitante en este jardín de muchas flores.
Nos encontraremos con ‘potenciales’,
una palabra en que tú y yo son equitativos;
una palabra en que nosotros y ellos son iguales.
Entonces,
¡Ven, creemos un nuevo léxico!


Traducción del inglés:  Alexander Best
**
Imagen:Picture
Deep in the recesses of my heart hangs a picture of myself
God knows who painted it and when
There it remains hidden from me and my friends
But if ever I glimpse at it, even by accident,
My heart shudder at the comparison with myself.
F. Riaz

viernes, 23 de noviembre de 2018

Tristes bajo sus fantásticos disfraces

Paul Verlaine

(Metz, 1844 - París, Francia, 1896)

Claro de luna

Vuestra alma es un exquisito paisaje,
Que encantan máscaras y bergamascos,
Tocando el laúd y danzando y casi
Tristes bajo sus fantásticos disfraces.

Siempre cantando en el tono menor,
El amor triunfal y la vida oportuna
Parecen no creer en su felicidad
Y sus canciones se unen al claro de la luna.

Al tranquilo claro de luna, triste y bello,
Que hacen sonar los pájaros en los árboles,
Y sollozar extáticos a los surtidores,
Surtidores esbeltos entre los blancos mármoles.
**
Clair de Lune 

Votre ame est un paysage choisi
Que vont charmant masques et bergamasques
Jouant du luth et dansant et quasi
Tristes sous leurs déguisements fantasques

Tout en chantant sur le mode Mineur.
L’amour vainqueur et la vie opportune
Ils n’ont pas l’air de croire a leur bonheur
Et leur chanson se mele au clair de la lune,

Au calme clair de lune triste et beau,
Qui fait rever les oiseaux dans les arbres
Et sangloter d’extase les jets d’eau,
Les grands jets d’eau sveltes parmi les marbres.

Versión de Manuel Machado

miércoles, 21 de noviembre de 2018

La risa

Sabe reír. En medio
del dolor se ríe
y juega.
En medio del dolor
habla claro,
cuenta que todo es simple y claro:
un cuerpo, un mueble, las personas
que miran, hacen,
juegan;
asusta
su buen humor
para todo, su fastidio
por la ambigüedad.
Sabe reír:
«Nunca hubo ninguna cosa buena (el
sol, la gente) que
no estuviese compensada
con el dolor,
y al revés
por qué no al revés», dice.

                       Para Hebe Uhart 

De El mundo incompleto,
Libros de Tierra Firme, 1987.

No podemos atravesar el eco dos veces

MAHMUD DARWISH

(Palestina, 1942-2008)

CUATRO DIRECCIONES PERSONALES

                       1. Un metro cuadrado en la cárcel

Ésta es la puerta, y detrás el paraíso del corazón. Nuestras cosas, todo lo que nos pertenece se esfuma. La puerta es la puerta, puerta de la metáfora, puerta del cuento, puerta que purifica a septiembre, puerta que lleva los campos a la génesis del trigo. La puerta no tiene puerta, pero yo puedo acceder a mi salida, enamorado de lo que veo y no veo. ¿Tanta gracia y belleza en la tierra y la puerta no tiene puerta? Mi celda no ilumina más que mi interior. Que la paz sea conmigo, y paz al muro de la voz. Para alabar mi libertad he compuesto diez poemas, aquí y allí. Amo las migajas de cielo que se infiltran por el tragaluz de la cárcel, un metro de luz donde nadan los caballos y las pequeñas cosas de mi madre, el perfume del café en su ropa cuando abre la puerta del día a sus gallinas. Amo la naturaleza entre otoño e invierno, a los hijos de nuestro carcelero y las revistas esparcidas por las aceras lejanas. He compuesto veinte canciones satíricas del lugar donde no hay espacio para nosotros. Mi libertad: ser lo contrario de lo que quieren que sea. Mi libertad: ampliar mi celda, continuar la canción de la puerta. Puerta es la puerta. La puerta no tiene puerta pero yo puedo acceder a mi interior...

 2.Asiento en un tren

Pañuelos que no son para nosotros. Amantes del último minuto. Luces de la estación. Rosas que pierden un corazón en busca de un abrigo para la ternura. Lágrimas que traicionan a las aceras. Mitos que no son para nosotros. Desde aquí, ellos han partido. ¿Tenemos a alguien allí para que se alegre a la llegada? Lirios que no son para nosotros porque besaríamos los raíles. Viajamos en busca del vacío pero no nos gustan los trenes cuando sus estaciones son nuevos exilios. Lámparas que no son para nosotros porque veríamos a nuestro amor de pie, esperando el humo. Tren rápido que corta los lagos. Y en cada bolsillo, las llaves de una casa y la foto de una familia. Los pasajeros del tren regresan con su gente, pero nosotros no regresamos a ninguna casa. Nosotros viajamos en busca del vacío para encontrar la rectitud de las mariposas. Ventanas que no son para nosotros y saludos en todas las lenguas. ¿La tierra era más clara cuando cabalgábamos en los caballos antiguos? ¿Dónde están los caballos, las vírgenes de los cantos y los himnos de la naturaleza que estaban en nosotros? Yo estoy lejos de mi lejanía. ¡Qué lejano está el amor! Las chicas nos capturan, rápidas como ladrones de mercancías. Olvidamos las direcciones en las ventanillas de los trenes. Nosotros, que amamos diez minutos, no podemos regresar a ninguna casa familiar, no podemos atravesar el eco dos veces.

   3.La sala de cuidados intensivos

El viento me lleva hasta que la tierra me resulta estrecha. Tengo que volar y embridar el viento, pero no soy más que un hombre. He sentido un millón de flautas desgarrándome el pecho, he sudado hielo y he visto mi tumba en mi mano, he dado vueltas en la cama, he vomitado y me he desvanecido un momento. Estoy muerto. Antes de la muerte breve he gritado: te quiero. ¿Entraré a la muerte sobre tus pies? Estoy muerto, completamente muerto. La muerte es tranquila, no llores. La muerte es tranquila, si no fuera por tus manos golpeando mi pecho para que regrese de mi muerte. Te quiero antes y después de la muerte, pero en el intervalo, sólo he visto el rostro de mi madre.

Es el corazón, que se ha perdido un momento antes de regresar. Le pregunto a mi amada: ¿En qué corazón he dado? Ella se inclina sobre mi corazón y cubre mi pregunta con sus lágrimas. ¡Ay, corazón, cómo me has mentido derribándome de mi relincho!

Nos queda mucho tiempo, corazón. Ve al encuentro de la abubilla llegada de la tierra de Balquís.

Hemos enviado las misivas,

atravesado treinta mares, sesenta riberas

y nos queda vida suficiente para ser dispersados.

¡Ay, corazón, cómo has mentido a un caballo que no se cansa de los vientos! Ve despacio para que completemos este último abrazo y nos prosternemos.

Ve despacio... despacio, para que sepa si eres mi corazón o su voz cuando ella grita: tómame.

  4.Habitación de hotel

Que la paz sea con el amor el día que venga, el día que muera y el día que cambie de amantes en los hoteles. ¿Qué tiene el amor que perder? Nosotros tomaremos café en la tarde del jardín. En la cena, contaremos las historias de nuestro exilio, luego nos iremos a una habitación para continuar la búsqueda, como dos extranjeros, de una noche de ternura...

Dejaremos restos de palabras en dos sillas, dejaremos nuestros cigarrillos y otros vendrán para prolongar nuestra velada y el humo. Dejaremos un poco de sueño en la almohada y otros vendrán y se dormirán en nuestro sueño... ¿Cómo creer a nuestros cuerpos en los hoteles? ¿Cómo creer a nuestros secretos? Otros vendrán y prolongarán nuestro grito en la penumbra de dos cuerpos entrelazados... Nosotros no somos más que dos números tendidos en una cama común y decimos lo que han dicho hace poco dos que han pasado por el amor. Llegan las despedidas rápidas. ¿Ha sido un encuentro breve para que olvidemos a quienes nos han amado en otros hoteles? ¿No has dicho alguna vez estas palabras desenfrenadas a otro? ¿No he dicho yo alguna vez estas palabras desenfrenadas a otra, en otro hotel o aquí, en esta cama? Daremos los mismos pasos para que vengan otros y den estos pasos...
***
Cédula de identidad

Soy árabe
El número de mi cédula es cincuenta mil
Tengo ocho hijos
Y el noveno… vendrá tras el verano
¿Te enojarás acaso?

Inscríbeme
Soy árabe
Trabajo con mis compañeros de lucha
En una cantera
Tengo ocho hijos
Arranco de las piedras
El pan, las ropas, los cuadernos
Y no vengo a mendigar a tu puerta
Y no me pliego
Ante las losas de tu umbral
¿te enojarás acaso?

Inscríbeme
Soy árabe
Mi nombre es muy común
Y soy paciente
En un país que hierve la cólera

Mis raíces…
Fijadas antes del nacimiento de los tiempos
Antes de la eclosión de los siglos
Antes de los cipreses y los olivos
Antes del crecimiento vegetal
Mi padre… de la familia del arado
Y no de los señores del Nujub
Y mi abuelo era campesino
Sin árbol genealógico
Mi casa
Una cabaña de guardián
De cañas y ramajes
¿satisfecho de mi condición?
Mi nombre es muy común

Inscríbeme
Soy árabe
Cabellos… negros
Ojos… castaños
Signos particulares
Un kuffiah
y una banda sobre la cabeza
Las palmas rugosas como rocas
Arañan las manos que estrechan
Y amo por encima de todo
El aceite de olivo y el tomillo
Mi dirección
Soy de un pueblo perdido… olvidado
De calles sin nombres
Y todos sus hombres… en el campo y en la cantera
Aman el comunismo,
¿te enojarás acaso?

Inscríbeme
Soy árabe
Tú me has despojado de los viñedos de mis antepasados
Y de la tierra que cultivaba
con mis hijos
Y no nos has dejado
Ni a nuestros descendientes
Más que estos guijarros
Que nuestro gobierno tomará también
Como se dice
¡vamos!

Escribe
En lo más alto de la primera página
Que yo no odio a los hombres
Que yo no agredo a nadie
Pero…que si me hambrean
Como la carne del que me despoja

Y ten cuidado… cuídate
De mi hambre
Y mi cólera.

Traducción del árabe: María Luisa Prieto

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char