domingo, 17 de abril de 2016

Inés Manzano

Inés Manzano tuvo la idea única de hacer un ciclo de lecturas en el que se invitara a un poeta de las provincias a leer en Capital. Ese ciclo se llamó Interiores, y espero que siga existiendo. Muy pocos la ayudaron.
Inés invitaba, conseguía hospedaje, pagaba los viáticos y la comida. Imprimía una plaquette con material del poeta o de la poeta en cuestión, y que repartía durante la lectura, y un póster ilustrado por buenísimos plásticos. Las sedes de dicho encuentro eran mínimas bibliotecas o en el IMPA. Cero difusión de prensa.
A pulmón, cada cosa, cada detalle, como el acompañar a cada uno de ellos a Retiro hasta la hora de su partida y su vuelta. Gestos así.
Inés Manzano tenía pudor y miedo de leer su obra. Iba a prácticamente a todos los ciclos de lectura de Capital, solía sentarse a escondidas, y escuchaba con la atención de pocos. Con los años fue animándose a leer lo suyo.
Todavía la veo con sus chatitas chinas, su vestido bordó hiposo, o el otro verde. No tenía un mango pero iba y venía, contenía, no hablaba de ella.
Lucio Madariaga la llama poeta chamana, y es cierto. Querible, admirable.

Para los que puedan y quieran, el velorio se realizará en Corrientes 6715, PB, de 7 a 11.30, hoy, domingo 17 de abril.
I.G.

2 comentarios:

Maby cielo azul dijo...

Hoy la poesía está de luto..

Alejandro Schmidt dijo...

http://romanticismoyverdad.blogspot.com.ar/

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char