domingo, 2 de junio de 2013

De un cuerpo que no tuve

CATALINA BOCCARDO

(Buenos Aires, Argentina, 1961)

darjeeling  1

de flores blancas
guirnaldas
enhebraban el río de la india
con hombres sumergidos
hasta la cintura

y las mujeres
ungían sus cabellos
antes el humo
la pira

 sagrados

de flores blancas
otro funeral
el crucifijo

en su centro rosas rojas
bello _pensé aquel día
y lo puse despacito
sobre tu cuerpo

imagen última
nueva

me habías enseñado
 la vida sus raíces
y a volver

desde los brazos
levitaría
el ataúd

de flores blancas
mi muerte

un golpe de viento
hunde las ropas de viaje
el agua

oscuridad

cuadro inmóvil
***
Monte (relatos de mi madre)
(fragmento)

1
animales serpentean aquel monte

2
la mujer lleva agua
ondulante cántaro
                                                 
3
su corazón
bendiciones tierra y lluvia

4
hacia la madrugada
buscará cosechas

cualquier espina de algodón
es de temer
***

llamaradas sobre tus fotografías
como está sucediendo en londres
sus indignados
como las copas de vino contra el fuego

donde hubo cenizas quedan

y aroma
y sabores

de un cuerpo que no tuve

sólo revolución
haciendo
contracciones del hierro
la explosión de las cajas de gasoducto

los camiones de bomberos
con sus estertores
a distancia
para no acallarnos nunca
ni apagar

es el mundo que se extingue
entre vos y yo

sus goznes la amenaza
de derrumbarnos
los vidrios esparcidos

y la vuelta a casa
a solas

el cuerpo que no tuve

como la ciudad sitiada
injusta
grita todo lo  que no tiene
lo que no puede

los habitantes envueltos en llamaradas
yo envuelta dentro
gritándote gritándote

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char