martes, 23 de abril de 2013

Lea los presagios en las huellas


MARINA C. KOHON 
Tomada de estacionquilmes.blogspot.com

(Mar del Plata, reside en Bahía Blanca, Pcía. de Bs. As., Argentina, 1965)

de lo que se va dejando…

atrás el aire escamoso
la pisada sobre las migajas
ahora tengo ojos de ángel
de verdugo
puedo mirar el paisaje
como se mira a un lugar ajeno
***
del oficio…

Él tenía
esa seguridad que yo odiaba:
rasgar el aire
cortar la palabra
en el punto grave

como quien poda ramas
conocedor del oficio
con brazo firme
en el brote exacto

con la intensa convicción
del que cree
evitará un mal mayor
a corto plazo.
***
Leyendo Runas
I
El Oráculo videncia:
los sueños exigen una tregua.

II
El amor es una hiedra que reclama,
la rebelión encenderá el fuego.
(es que mis voces se han cansado)

III
Su adaptabilidad salvará los sortilegios.
Busqué el cobijo de las hojas
(Las hojas en blanco hacen sangrar mis manos)

IV
Retorne al barro de su infancia.
Lea los presagios en las huellas.

V
(Odín tronchó los atajos
siempre sostuvo la invulnerabilidad de mi destino)

VI
Recorra el camino único
Todo es incierto menos el futuro,
las runas se dispondrán
ensayando círculos en el horizonte.

VII
Escuche al firmamento
fije su mirada en un punto alto, su deseo
Saque los precintos de sus voces...
(dejo que las rosas se deshojen con el viento)

VIII
Su carne trasmutará a otros espacios.
Reid le dará la fuerza.

IX
No tema, vencerá al amor.
Luego podrá guardarlo
junto con los demás trofeos.

X
(a veces es peligroso jugar a Pitonisa)

3 comentarios:

Daniel J. Montoly dijo...

Querida Marina: leer tu poesía es descubrir ese otro mundo símbolico, asimilar el diámetro de la magia impentrable a un lector no vidente del lenguaje de las piedras sagradas. Un abrazo. Daniel

Marina Kohon dijo...

Gracias Daniel, por estas hermosas palabras.
Y mil gracias Irene por darme este lugar en tu mundo incompleto.

Irene Gruss dijo...

Gracias a ustedes; Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char