lunes, 10 de septiembre de 2012

Disculpen la confidencia


CARLOS PICCIONI
(Tostado, Santa Fe, 1945. Desde 1967 reside en Rosario, id., Argentina)

CALVEYRA

Arnaldo,
como cuando
éramos chicos,

hagámoslo así

yo te cambio
las ciruelas, que me ofreció
William Carlos Williams,

por el budín
que compartiste con Rosa

en el camino de Mansilla
a Buenos Aires.

a Juan Carlos Coria y Griselda Calveyra
***
A la manera del Spoon River

Disculpen la confidencia,
pero en el último sueño
yo le decía a Elba:
mirá Elba,
vos y yo somos
buenas personas.

Me pareció,
en el sueño
que ella mostraba su acuerdo
aún, con un dejo de perplejidad
por lo inextricable
de los seres humanos.

A la manera del Spoon River
creí percibir que, cariñosamente,
desde la tierra
de Ibarlucea,
ella quería darme la razón.

  a Elba en memoria
***
Cruzamientos

“abriendo el aire para que
entrara tu visitación” /
tu habitación van gogh
entendí del comentario
LXIII de gelman

entendí tu habitación
van gogh  /
entendí tu habitación
y la silla
y la mesa
y el amarillo de tu habitación  
y lo entendí a gelman – o traté  - /
      como quiero entender
en los bisontes de Juan José Arreola
a esa “tempestad al ras del suelo”
y a los dibujos de Altamira

y que la definitiva
locura
por las palabras y los colores
esté enloqueciendo
la inteligencia y
el corazón de los poetas

como vos van gogh
“que lo tocás con tu grandeza?”
dice gelman
dice dice gelman
dice van gogh.
         
(a Ramiro González)








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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char