viernes, 27 de julio de 2012

Dios se lo pague


De conunaayuditademisamigos.wordpress.com 

Francisco (Chico) Buarque de Hollanda
(Río de Janeiro, Brasil, 1944)

Cáliz


Padre, aparta de mí ese cáliz...
Padre, aparta de mí ese cáliz...
Padre, aparta de mí ese cáliz...
De vino tinto de sangre.

Cómo beber de esa bebida amarga,
Tragar el dolor, engullir la bronca...
Aún callada la boca, resta el pecho.
Silencio en la ciudad ya no se escucha.
De qué me vale ser hijo de una santa,
Mejor sería ser hijo de otra,
Otra realidad menos muerta,
Tanta mentira, tanta fuerza bruta.

Padre, aparta de mí ese cáliz
De vino tinto de sangre...

Es tan difícil despertar callado,
Si en lo callado de la noche me lastimo.
Quiero lanzar un grito infrahumano,
Que es una manera de ser escuchado...
Todo este silencio me atolondra,
Atolondrado permanezco atento
En el palco, para en cualquier momento
Ver emergir el monstruo de la laguna.

Padre, aparta de mí ese cáliz
De vino tinto de sangre...

De tan gorda la puerca ya no anda.
De tan usada la navaja ya no corta
Es tan difícil, padre, abrir la puerta
De esa palabra presa en la garganta,
Ese trago homérico en el mundo.
De qué vale tener buena voluntad
Si callado el pecho, resta la cabeza
De los ebrios en el centro de la ciudad.

Padre, aparta de mí ese cáliz
De vino tinto de sangre...

Tal vez el mundo no sea pequeño,
Ni sea la vida un hecho consumado...
Quiero inventar mi propio pecado.
Quiero morir de mi propio veneno.
Quiero perder de una vez tu cabeza
Y con mi cabeza perder tu juicio.
Quiero oler humo de óleo diesel
Y embriagarme hasta que alguien me olvide.
***
Construcción 

Amó aquella vez como si fuese la última
Besó a su mujer como si fuese la última
Y cada hijo como si fuese el único
Y cruzó la calle con su paso tímido
Subió a la construcción como si fuese máquina
Levantó en la altura cuatro paredes sólidas
Ladrillo con ladrillo en un dibujo mágico
Sus ojos embotados de cemento y lágrima
Se sentó para descansar como si fuese sábado
Comió porotos con arroz como si fuese un príncipe
Bebió y lloró como si fuese un náufrago
Bailó y carcajeó como si oyese música
Y tropezó en el cielo como si fuera un borracho
Y flotó en el aire como si fuese un pájaro
Y acabó en el suelo hecho un paquete flácido
Agonizó en el medio del paso público
Murió a contramano estorbando al tráfico
Amó aquella vez como si fuese el último
Besó a su mujer como si fuese la única
Y cada hijo suyo como si fuese el pródigo
Y cruzó la calle con su paso borracho
Subió a la construcción como si fuese sólida
Levantó en la altura cuatro paredes mágicas
Ladrillo con ladrillo en un diseño lógico
Sus ojos embotados de cemento y tráfico
Se sentó para descansar como si fuese un príncipe
Comió poroto con arroz como si fuese lo máximo
Bebió y lloró como si fuese máquina
Bailó y carcajeó como si fuese el próximo
Y tropezó en el cielo como si escuchase música
Y flotó en el aire como si fuese sábado
Y acabó en el suelo hecho un paquete tímido
Agonizó en el medio del paseo náufrago
Murió a contramano estorbando lo público
Amó aquella vez como si fuese máquina
Besó a su mujer como si fuese lógico
Levantó en la altura cuatro paredes flácidas
Se sentó para descansar como si fuese un pájaro
Y flotó en el aire como si fuese un príncipe
Y acabó en el suelo hecho un paquete borracho
Murió a contramano estorbando el sábado.

Por ese pan para comer, por ese suelo para dormir
El certificado para nacer y la concesión para sonreír
Por dejarme respirar, por dejarme existir
Dios se lo pague.
Por la cachaza gratis que tenemos que tragar
Por la humareda y la desgracia, que tenemos que toser
Por los andamios colgantes que tenemos que caer
Dios se lo pague.
Por la mujer llorona que nos va a alabar y escupir
Y por las moscas bicheras que nos van a besar y cubrir
Y por la paz postrera que nos va a redimir en fin
Dios se lo pague.

Traducida del portugués por Myriam Rozenberg
***
Mujeres de Atenas

Mírense en el ejemplo de aquellas mujeres de Atenas
Viven para sus maridos, orgullo y raza de Atenas
Cuando amadas, se perfuman
Se bañan con leche, se peinan
Cuando fustigadas, no lloran
Se arrodillan, piden, imploran, más duras penas, cadenas…

Mírense en el ejemplo de aquellas mujeres de Atenas
Sufren por sus maridos, poder y fuerza de Atenas
Cuando ellos embarcan, soldados
Ellas tejen largos bordados en mil cuarentenas
Y cuando ellos vuelven sedientos
Quieren arrancar, violentos, caricias plenas, obscenas

Mírense en el ejemplo de aquellas mujeres de Atenas
Se desvisten para sus maridos, bravos guerreros de Atenas
Cuando ellos se emborrachan de vino
Acostumbran buscar el cariño de otras falenas (*)
Pero al fin de la noche sus pedazos
Casi siempre vuelven a los brazos, de sus pequeñas Helenas

Mírense en el ejemplo de aquellas mujeres de Atenas
Engendran para sus maridos los nuevos hijos de Atenas
Ellas no tienen gusto o voluntad
Ni defectos ni vanidad, tienen miedo apenas
No tienen sueños, sólo tienen presagios
De su hombre, mares, naufragios, lindas sirenas morenas.

Mírense en el ejemplo de aquellas mujeres de Atenas
Temen por sus maridos, héroes y amantes de Atenas
Las jóvenes viudas marcadas
Y las restantes, abandonadas, no hacen escenas
Se visten de negro, se encogen
Se conforman y se recogen en sus novenas, serenas

Mírense en el ejemplo de aquellas mujeres de Atenas
Se secan por sus maridos, orgullo y raza de Atenas…

(*) Falena: mariposa de cuerpo delgado y alas anchas y débiles…
***
Al ver la banda pasar 

Andaba medio perdida y aquel amor me llamó
a ver la banda pasar
cantando cosas de amor.

Toda la gente sufrida se despidió del dolor
al ver la banda pasar
cantando cosas de amor.

El hombre serio que contaba el dinero paró.
El farolero que contaba sus triunfos calló.
La enamorada que contaba estrellas
paró para ver y oír el pasacalles.

La moza triste que vivía callada sonrió.
La rosa triste que vivía cerrada se abrió.
Gente menuda se arremolinó al ver la banda pasar
cantando cosas de amor.

El viejo frágil se olvidó del cansancio
y pensó que aún era joven
y saltó de la acera y bailó.
La moza fea que se apoyaba en la puerta
pensó que la banda tocaba para ella.

La marcha alegre atravesó la avenida y siguió.
La luna llena que vivía escondida salió.
Y mi ciudad toda se embelleció
al ver la banda pasar
cantando cosas de amor.

Mas, para mi desencanto, lo que era dulce acabó.
Todo volvió a su lugar cuando la banda pasó.
Y cada cual con su canto, y en cada canto un dolor,
cuando la banda se fue
cantando cosas de amor.
***
Oh, qué será

Oh que será, que será
Que andan suspirando por las alcobas
Que andan, susurrando versos y trovas
Que andan, escondiendo bajo las ropas,
Que andan en las cabezas y anda en las bocas
Que va encendiendo velas los callejones
Que están hablando alto en los bodegones
Gritan en el mercado, están con certeza
Es la naturaleza, será que será
Que no tiene certeza, ni nunca tendrá
Lo que no tiene arreglo, ni nunca tendrá
Que no tiene tamaño
Oh que será, que será
Que vive en las ideas de los amantes
Que cantan los poetas más delirantes
Que juran los profetas embriagados,
Que está en la romería de mutilados
Que está en las fantasías mas infelices
Lo sueñan de mañana las meretrices
Lo piensan los bandidos, los desvalidos
Y en todos los sentidos, será que será
Que no tiene decencia, ni nunca tendrá
Que no tiene censura, ni nunca tendrá
Que no tiene sentido

Oh que será, que será
Que todos los avisos no van a evitar
Porque todas las risas van a desafiar
Y todas las campanas van a repicar
Porque todos los signos van a consagrar
Porque todos los niños se habrán de zafar
Y todos los vecinos se irán a encontrar
Y el mismo Padre eterno que nunca fue allá
Al ver aquel infierno lo bendecirá,
Que no tiene gobierno, ni nunca tendrá
Que no tiene vergüenza, ni nunca tendrá
Lo que no tiene juicio.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char