viernes, 11 de mayo de 2012

Es el primer día de mi vida que escribo


DANIEL DURAND
(Concordia, provincia de Entre Ríos, 1964) 

Ignición
I

Estuvo lloviendo todo el fin de semana,
detras de los muros de la casa croan las ranas
y un viento que se anticipa a la refrescada nos
calma, ya no tomamos mate, entramos a la
casa y miramos deportes por la tele, algunos
familiares vienen de visita. El pasto reluce de
gotas y la perra nos mira con la pelota de tenis
en la boca. qué más puede suceder, no queremos
ir a bailar, hoy no nos vamos a mamar.
Los hechos se suceden unos detras de otros, nunca
se agolpan, si se muere un pariente, en esos días
solo sucede eso, y despues descansamos otros días,
en los que nada pasa, sopla el viento en las
últimas ramas de los sauces y croan las ranas detrás
del muro, si es que ha llovido; de lo contrario, escucho
grillos, zumbidos lejanos de motores, ladridos de perros
a lo lejos, y cuando agarro velocidad con las teclas ya
empiezo a oler en el aire, empiezo a sentirme extraño,
cuando el estado de trance esta a punto de apoderarse de mí,
canta un gallo, entonces me tapo con la almohada y me duermo
para no escucharlos. Pero hoy no, hoy he comenzado
temprano a esperar que algo me posea, vienen unos recuerdos
bobos a la mente y los deshecho, empiezo a imaginar
pero todos los caminos de la imaginacion terminan en Susana,
en su calma, en su calamitosa felicidad.

 Modifico los márgenes para lograr velocidad vertical, siempre es buena para atrapar un momento de pasión exaltada, si no me exalto y no siento que estoy a punto de quebrar el aburrimiento del mundo con palabras no me importa la literatura, no me importa el arte si este no me sirve para conseguir quinientos imperios en una sola noche de una sola sentada. esta noche voy a jugar de ganador pero a mi mismo me he de recordar que esto solo por ser el primer día de escritura, luego de haber estado inactivo me encontraba demasiado entumecido. Me pongo a escribir porque estoy tremendamente aburrido y estar aburrido no me gusta, no me voy a regodear en las desdichas o delicias de la infelicidad, el tedio es lo peor que me puede suceder y voy en busca de emociones literarias, cuando voy en busca de emociones que no son literarias no escribo, ando por las montañas, ando por el mundo atravesando mares en barco y llanuras en trenes, pero no escribo, y cuando me enamoro tampoco escribo, porque despues seguro que me aburro de esa persona y ya me dan ganas de escribir para no aburrirme, ahora estoy cansado y perdido, desearía encontrar una luz que me guiara aunque sea a ninguna parte: Angeles estaba extasiada y contaba que en su pieza de Acasusso estaba echada, y pensaba con una gran sonrisa en su hermosa nada, ella es feliz porque sus padres son felices porque en su barrio todos son felices, porque sus abuelos vivos son felices y todos sus antepasados muertos todavía aún se hallan felices en su tumba y si vamos al cementerio y destapamos los cajones vamos a ver la enorme sonrisa, los dientes de sus abuelos que aún muertos hace años persisten en la eterna acción de sonreír. Yo no estoy feliz porque la felicidad me aburrió, pero tampoco estoy triste, porque la tristeza me cansó, pero menos todavía me encuentro aburrido, ahora estoy buscando un ejercicio que me ocupe en estas horas de la noche, para que me aleje de las elucubraciones felices del futuro que vendrá y que me aleje de los recuerdos. Pero hoy no quiero especular ni ponerme metafísico ni romántico ni nada, el problema que voy teniendo en este texto es que es demasiado hablador de si mismo, pero sabré perdonármelo porque es el primer día de mi vida que escribo, con redes que esperan para cuando llegue el momento en que la mente que tengo, que no es mía, se le prendan las luces y arranque en dirección de un percepto, de una emoción contundente, aburrida, desoladora. Yo no debería poner puntos no deberia descansar tengo que seguir hasta que llegue la exaltación a los versos y me de una alegría, no una gran alegría porque de las grandes alegrías a mi me cuesta mucho reponerme.
Escucho unos retumbos, igual se notará que he parado de escribir para buscar cigarrillos y mear y tomar un poco de agua, tambien se nota que he releido el texto desde el principio, (y luego de meses de escrito tambien he corregido) en eso me han sorprendido los retumbos, que vienen de la calle, estuve un instante con nada en la cabeza y los retumbos fueron solo eso, como chispas invisibles, solo de ruido, detonaciones sin ton ni son producidas por el aire, pero ahora ya sé, son tres caballos que vienen trotando por la vereda, azuzados por dos niños que corren descalzos detras de lo animales, uno de los caballos lleva unos metros de soga colgando del pescuezo, son jóvenes y los usan en los carros que hay a la vuelta en los ranchos, Allí viven como treinta y son los únicos que animan este barrio con sus robos y correrías, tiran tiros a la oscuridad cuando estan muy en pedo y el vino se les termina, con esto anuncian que estan enfurecidos y sin alcohól, despues salen a dar vueltas por el barrio, pero como todos los vecinos han escuchado los tiros estan alerta detrás de todas las puertas de las casas, yo no soy como mis padres, juro que no soy como mis padres, las armas me producen una profunda alegría, son una esperanza, si algo puede cambiar las cosas es un arma, pero yo no soy como ellos, tengo trabajo y he tenido anillos ensartados en los dedos, yo no soy como ellos pero ellos quieren, quieren respetarnos acá, a toda la familia, igual los respetos siempre son diurnos, porque cuando llega la noche la rabia los gana y pierden toda la educación solar y a los tiros nos avisan que van a ganar las elecciones. Ellos van a votar a nuestro candidato, al hombre que va a favorecernos a nosotros con sus leyes , pero los que tendrán que ir a votar serán ellos, ellos pueden cometer semejante acto de barbarie, que es ir , entrar en un cuarto oscuro, en el aula de una escuela, con pizarron y pupitres apilados contra una pared sin ventanas, pieza oscurecida con mapas viejos de amarillentas telas multicolores, y despues hay que salir con un sobre en la mano y meterlo dentro de una urna delante de la mirada de mucha gente, pero todo eso lo tienen que hacer ellos porque yo nunca he podido elegir candidato, no hay candidatos, que digan algo que me haga pensar que algun día puedan ser poseidos por un instante de exaltación, él solo podrá beneficiarnos a nosotros los que escuchamos los tiros y alaridos de los ranchos de la otra cuadra detrás de nuestras puertas, pero no quiero hablar de estas cosas en este texto, solo quiero escribir unas cosas que estoy esperando que sucedan esta noche, porque muy bien me he preparado. Estoy esperando que una pasión exaltada venga y me domine y me saque, me tire a la mierda como el día que fuimos a bailar con el tío Aulicino a una fiesta internacional con extranjeros de todos los paises; allí bailamos como locos y en un momento algo vino y me poseyó, creí que iba a salir volando porque pude juntar toda la fuerza del baile y ponerla a rotar en mis pulmones, y la gente me miraba, yo era el producto de una exaltación que no habia elegido pero que había buscado pacientemente toda la noche.
Mi padre ronca, eso tendré que decirlo (voy a tener que ponerlo), eso me sulfura, pero así estan las cosas en esta casa, mi madre sueña con niños que preguntan tonterias, mi padre ronca y sueña con manchas de humedad que avanzan y deterioran los techos de la casa, yo espero trepado en este vocabulario de letras que venga una emoción a dominarme unos momentos.

Foto: culturaenparana.com.ar

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char